Los peatones que pasean por algunas zonas de Caracas, donde se abren restaurantes, concesionarios de vehículos de lujo, tiendas de ropa y bodegones, pensarían que la economía venezolana dejó atrás sus problemas en este período de pandemia.
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Sin embargo, según las declaraciones del economista Jesús Casique a la agencia EFE será lo contrario. “La economía va a tener una caída de 1,5%, y eso porque ya estamos en el foso, no podemos caer más”. Indica también, que el país se encuentra en una hiperinflación hace 38 meses y una contracción acumulada de 81,2%.
Ante la pandemia y la actual problemática económica en el país caribeño, jóvenes venezolanos han emprendido un negocio o pequeñas empresas. Este es el caso de Ana Santana, una joven que con ayuda de su hermana mayor han creado Top Pastries.
“Lo quise hacer porque pensé que no tenía nada que perder, 2020 fue el primer año para Top Pastries. Siento que no fue el peor año para mí porque pude iniciar mi emprendimiento y, bueno, ha funcionado”, dice a EFE la joven durante una pausa de sus actividades diarias.
La joven repostera trabaja desde la cocina de la casa de sus padres en un departamento de una zona acomodada de Caracas. Su especialidad es un postre de fresas frescas sobre crema batida y dulce de leche con suspiro de huevos como base, denominado “el postre de moda”, según comenta Santana.
A través de redes sociales como Instagram se reciben los pedidos encargados a Top Pastries. Su hermana mayor es su principal colaboradora y ambas esperan que cada día lleguen muchos mensajes de jóvenes enamorados de los postres que quieran comprarles un pastel de zanahoria, de limón o alguno de los muchos dulces que suelen consumirse en la nación caribeña.
Cada postre puede ser adquirido por unos 30 dólares, mientras que los pasteles a base de leche se venden a mitad de ese precio.
Sus ingresos mensuales confirman que su emprendimiento es rentable, aunque muchas veces ha sido difícil mantenerse a flote porque escasea el agua corriente y el fluido eléctrico suele apagarse por horas, algo muy común en Venezuela.
“Hay veces que siento que no he hecho todo lo que debería y recuerdo que estoy empezado, que llevo tres meses en esto, entonces estoy tranquila”, precisa a la agencia EFE.
NEGOCIO AMERICANO
Por otro lado, un grupo de amigos venezolanos, Carlos Bonilla, Nicolás López y Armando Alfonzo, hace un mes emprendieron un negocio con formato americano. Capital Burguer, un emprendimiento que se proyectó antes de que el coronavirus infectará a más de 100.000 venezolanos.
“Siempre hay un riesgo y obviamente un poco de miedo”, dice Alfonzo a la agencia EFE sobre emprender en Venezuela, un país que atraviesa la peor crisis económica de su historia moderna.
Según el joven venezolano, no solo los inspiró la necesidad de dinero, sino también el gusto compartido por el “concepto americano” de vender hamburguesas, un comestible con alta popularidad entre sus compatriotas.
“A nosotros tres nos gustan las hamburguesas, el concepto americano, y veíamos que, aunque hay muchos negocios de hamburguesas no había uno que representara lo que es el negocio americano como tal: hamburguesas, papas fritas y merengadas y quisimos entrar al mercado”, señala.
Al igual que Top Pastries, a Capital Burguer se le encuentra a través de las redes sociales. Allí se conoce la oferta gastronómica y se ordenan los pedidos. Para el reparto contactan a jóvenes en motocicletas que llevan los productos a la puerta de muchos hogares en esta pandemia.
El delivery se repite en cientos de nuevos negocios venezolanos, que replican iniciativas ya conocidas en Venezuela antes de la pandemia. Sin embargo, con las nuevas restricciones a la movilidad y el impedimento de acudir a sitios cerrados, ordenar por internet y recibir en casa se ha vuelto una nueva normalidad.
“El mercado venezolano está cambiando, el delivery -reparto- llegó para quedarse. La gente sigue pidiendo y, bueno, esperamos que cuando termine el tema de la pandemia queden los dos sistemas de negocio, tanto el reparto como ir a comer en el sitio”, agrega Alfonzo.
VENEZUELA EN DECLIVE
El especialista Casique afirmó a la agencia EFE que “los bodegones, los restaurantes y los camiones de hamburguesas no van a reactivar el aparato productivo -la industria petrolera, la manufactura-, que es el motor de la economía”.
Como ejemplo, apunta que en 1999, cuando el chavismo subió al poder en Venezuela, el país contaba con 11,198 empresas manufactureras. En 2019, la cifra apenas superó las 2,800. “Más allá de estas nuevas empresas, hay que ver el tejido industrial. El sector privado está muy golpeado por las políticas gubernamentales”, insiste.
Sin embargo, las advertencias del economista no disminuyen el entusiasmo de los jóvenes, dueños de Capital Burguer, quienes sueñan con el fin de la pandemia para poner en marcha otro camión y llegar a todos los rincones de Venezuela.
Por otro lado, la joven Santana prefiere seguir los pasos de millones de venezolanos y emigrar para continuar cocinando sus sueños. “No quiero sonar pesimista, pero no quiero estar aquí. Me gustaría estar afuera, trabajando en lo que me gusta, pero afuera”, acotó.