Los familiares de las víctimas del último tiroteo ocurrido el pasado 23 de mayo en una escuela primaria de Texas, en los Estados Unidos, continúan con el dolor de haber perdido a sus seres queridos a manos de un joven de 18 años que decidió cometer el crimen con total impunidad.
Tras ello, surgen muchas preguntas acerca de las razones por las cuales Salvador Ramos decidió dispararle a su abuela, quien se interpuso en su camino, antes de acudir al centro educativo de su localidad y disparar indiscriminadamente.
¿Es posible que en realidad el sujeto no hubiera decidido con premeditación qué iba a hacer antes del incidente sucedido en su casa?, se pregunta la psicología y neuropsicología de la Universidad Nebrija, en Madrid, Ana Isabel Beltrán-Velasco, consultada por la BBC.
Pero la pregunta más importante que se plantea es ¿se pudo haber evitado?.
¿Una infancia complicada?
“Una infancia complicada con ausencia de amor fraternal, distanciamiento emocional con las personas de su entorno cercano, falta de empatía, violencia temprana con otros niños o incluso con animales pequeños, bajos niveles de asertividad, dificultades para socializar e interactuar con otros son algunos de los rasgos que pueden definir un perfil psicopático que sea coherente con un asesino”, señala Beltrán-Velasco.
“Lo que parece común en estos casos es que la persona que realiza semejante atrocidad mantiene un sentimiento o percepción de que ha sido tratado de manera injusta en algún momento por alguna persona o grupo de personas”, añade.
Lo que se sabe es Ramos no registraba ningún antecedente criminal previo al atentado, no tenía ninguna relación con el centro ni con ninguno de los alumnos y profesores más allá de que pertenecía a la misma comunidad.
Sin embargo, Beltrán-Velasco considera que una razón importante para cometer el crimen es el fácil acceso a las armas en un país en el que el número de armas de fuego supera con creces al de ciudadanos.
“Por otra parte, el rápido acceso a la información puede ser una razón que, aunque no pueda explicar el origen de la idea inicial de matar a otras personas, sí que puede explicar que un individuo que tiene dicho pensamiento encuentre la forma de llevarlo a efecto y se sienta reconfortado por poder compartir lo que siente con otras personas de semejante ideología”, advierte la psicóloga.
El acceso demasiado rápido a la información
En un mundo adaptado a la tecnología y de fácil acceso para los niños y jóvenes, las redes sociales se han convertido en una herramienta fundamental para ellos, asegura.
“Se fomenta el morbo, la curiosidad por ser parte de algo que está fuera de los estándares definidos por la sociedad. Y las imágenes, los vídeos y los comentarios se hacen virales y dan la vuelta al mundo en cuestión de minutos. Todo esto va a estimular y motivar a estas personas que buscan desesperadamente sobresalir, que necesitan la atención por parte de los otros”, indica.
“Podemos y debemos buscar explicación a estos ataques, intentar identificar patrones cognitivos y conductuales que nos permitan prevenir que se den con demasiada frecuencia y crueldad”, puntualizó.