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La pandemia de exige que la contra esa enfermedad sea rápida, masiva y efectiva. Teniendo esos tres aspectos en mente, los expertos sugieren que la mejor manera de inmunizar es simplemente inyectar una dosis de la en el brazo, concretamente en la zona del músculo deltoides, que es el que se extiende desde el hombro, pero ¿Por qué no en otro lado?

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Es cierto que las vacunas no se inoculan solo en el brazo, pero en la mayoría de casos son administradas por vía intramuscular. De acuerdo con un artículo de la British Medical Journal, escrito por la especialista Jane Zuckerman, ese método “optimiza la capacidad de la vacuna de generar inmunidad y minimiza las reacciones adversas en el lugar de la inyección”.

El doctor René Nájera, epidemiólogo y miembro del Colegio de Médicos de Filadelfia, señaló a la BBC que “en el músculo hay mucha vascularización, mucha sangre, y eso hace que haya mayor presencia de células inmunes”.

Por esa razón, inyectar la vacuna directo a la sangre, como ocurre con algunos sueros, no la haría efectiva, dado que allí no hay la cantidad de células que poseen en los músculos. Además, el líquido de la sangre podría diluir rápido algunos componentes de la vacuna.

Por otro lado, inocularla en otras partes del cuerpo, con alto porcentaje de grasa, como por ejemplo las nalgas, tampoco es recomendable. “Inyectar una vacuna en la capa de grasa subcutánea, donde la vascularización es deficiente, puede resultar en una movilización y procesamiento lentos del antígeno”, señala el artículo de Zuckerman.

Más y más rápido

La segunda razón para preferir el brazo es que, como ya se dijo, se requiere vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. Evidentemente, la vacuna puede ser efectiva en otras partes del cuerpo con masa muscular; por ejemplo, en los muslos.

Sin embargo, optar por ese punto del cuerpo puede implicar que las personas deban bajarse los pantalones, un procedimiento que no solo suma minutos a una campaña de inmunización masiva, sino que además podría demandar habilitar espacios espaciales, más privados, para no ir contra cuestiones culturales como el pudor.

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