Sus días se apagaron pero no en un tiroteo ni en un ajuste de cuentas. Y es que Jhon Jairo Velásquez Vásquez, más conocido en el mundo del hampa como Popeye por haber sido el jefe de los sicarios de Pablo Escobar, , Colombia.

Tras su deceso, revivimos esta entrevista de hace cinco años, donde quien fue uno de los hombres de confianza de Escobar revela sus comienzos en el sicariato, su primer encuentro con el narcotraficante más conocido de Latinoamérica, sus remordimientos y la certeza que tenía de que al morir, iría al cielo.

ENTREVISTA CON TROME EN 2015

¿Cómo está, amigo?’ Agazapado en un rincón del aeropuerto de Medellín, Jhon Jairo Velásquez Vásquez me extiende la mano. Son las 7 de la noche. Recostado sobre su auto negro de lunas polarizadas, este hombre parece cualquier mortal: un polo de manga corta, jean y zapatillas. Pero se trata del sicario más letal que existió en .

Los registros oficiales indican que ‘Popeye’ mató a más de 250 personas directamente y de manera indirecta a casi 3 mil. Él lo admite. Organizó torturas, extorsiones, secuestros y atentados. Fue parte del sanguinario Cártel de Medellín, mano derecha del narcotraficante más grande en la historia de la humanidad:

A Jhon Jairo Velásquez Vásquez el mundo lo conoce como ‘Popeye’. Y él quiere que así sea. Ha venido a recogerme al aeropuerto. Hemos cuadrado la entrevista por WhatsApp. “Yo soy un teso (bravo) para las redes sociales, me acostumbré rápido”, dice mientras maneja y revisa su moderno celular. Conduce a 50 kilómetros por ahora. Cada tres segundos revisa los retrovisores. “Motociclistas, joputas. Se creen dueños de las pistas”, señala ‘Popeye’ en voz baja. En Medellín parece haber más motos que autos.

Muchos coinciden en que es una herencia de la cultura ‘traqueta’, es decir, del narcotráfico. Los motociclistas atraviesan las calles con sinvergüencería, sin respeto, a una velocidad no permitida. Si alguien les reclama, hacen el ademán de sacar una pistola de la correa. “Maricas, piensan que uno les tiene miedo”, aclara. “Gonorrea, joputa. ¿Viste cómo me metió la moto? Ayayay, papito”, reniega ‘Popeye’, quien después de 23 años de cárcel ha aprendido a controlar sus impulsos.

Si ese motociclista se hubiera cruzado en su camino hace dos décadas, ya estaría en el suelo, con una bala en la cabeza, botando sangre a borbotones. “Ahora evito cualquier tipo de enfrentamiento, amigo”, me explica. Llegamos. “Descansa. Mañana vamos a la tumba del Patrón”. Y se pierde por las calles de Medellín. Nadie sabe dónde vive ‘Popeye’. Si lo supieran ya estaría muerto. Tiene muchas ‘culebras’ (problemas). Y él está seguro que su cabeza tiene precio.

Al día siguiente, llega puntual. A las 7 de la mañana. Es miércoles 2 de diciembre. Hace exactamente 22 años, sobre los tejados de una casa en Medellín, Pablo Emilio Escobar Gaviria recibía un balazo en la cabeza. Con su muerte, se marcaba el fin de una de las etapas más oscuras de Colombia.

El narcotráfico mató a más de 50 mil colombianos. “Amigo peruanito, hoy vamos a la tumba del Patrón”. Cogemos la autopista regional rumbo al cementerio de Itagüí. Compra un ramo de girasoles y rosas. La tumba del capo del narcotráfico tiene una hermosa vista a la ciudad. ‘Popeye’ se arrodilla, se persigna y besa la lápida. “Le prometí que ni bien salía de la cárcel, vendría a visitarlo. Aquí estoy”. Antes de arrancar con la entrevista lanza una frase tan estremecedora como cierta: “En esta ciudad hay más cementerios que supermercados”. Sí. cementerios que él pobló con una pistola.

¿Cómo lo llamo: ‘Popeye’ o Jhon Jairo?

‘Popeye’. Si me dice Jhon Jairo, pienso que usted está bravo conmigo.

¿Siente orgullo por ese apelativo?

Sí, porque ese sobrenombre me lo hice a sangre y fuego.

¿Cómo fue su infancia?

Fue muy normal. Yo nací en un municipio a las afueras de Medellín. Viví en una casa buena.

Por lo que me cuenta, usted vivió en una familia normal, feliz…

Así es. Pero de muy jovencito sentía mucha adrenalina, tenía ganas de tener mi propio dinero y me gustaban las armas.

¿Cómo empezó su actividad mafiosa?

Pues, yo movía marihuana en mi bicicleta desde muy jovencito.

¿Un bandido nace o se hace?

Todos los niños son buenos, los de Perú, los de Colombia, los de México. Lo que hace al bandido es el entorno.

Pero usted vivía en un buen entorno…

En mi hogar sí, pero cuando salí a la calle empecé a ver mafia, empecé a ver tiroteos, peleas a cuchillo o machete. Me empecé a obnubilar con la violencia.

¿Cuándo fue la primera vez que disparó?

Siendo niño disparaba, y lo hacía bien. Todavía pego bien.

CHOFER DE LA AMANTE DEL ‘PATRÓN’

¿Cómo llega Pablo Escobar a su vida?

Yo era chofer de una de sus amantes. Un día el ‘Patrón’ se peleó con la niña, entonces ella se va a Estados Unidos y yo me quedé sin trabajo. Cogí el carro de mi papá y fui a buscarlo a sus caletas. Y lo encontré. Entonces le dije: ‘Señor, yo conozco todas sus caletas, o me mata o me da trabajo’. Él se rio y me dio una ametralladora MP5. Ahí comencé a trabajar con él.

¿Cuál fue el primer impacto?

Fue como si me hubiera ganado el Nobel de la mafia. Porque ver a Pablo Escobar era como ver a Dios, él era muy sencillo, respetuoso, era muy humilde.

¿Usted únicamente mataba por dinero?

No, también matábamos por la causa.

¿Y cuál era la causa?

La no extradición de colombianos a los Estados Unidos de Norteamérica.

En esa guerra murió gente inocente…

Sí, el 90% de la gente que murió era inocente… Ese es el problema de la guerra.

Ahora que lo recuerda, ¿qué siente?

Me he encontrado con las víctimas en los centros comerciales y hablo normalmente con ellos. Hablo con la verdad, mirando a los ojos. Yo, como memoria histórica del Cártel de Medellín, he pedido perdón.

¿Es verdad que Pablo iba al Carnaval de Río de Janeiro y gastaba 2 millones de dólares?

El ‘Patrón’ cogía su avioneta, echaba millones de dólares y lo gastaba en el Carnaval de Río de Janeiro. Gastaba a mano llena. Por eso cuando se cansó de tanto viaje, empezó la guerra. Y su placer era matar a sus enemigos. Él cargaba una libretica como la que usted tiene, oía hablar a alguien de la extradición, lo apuntaba y lo mandaba a matar.

¿Cuál es la verdad sobre la avioneta que está en la entrada de la Hacienda Nápoles?

Decían que esa avioneta fue la primera que transportó coca a Estados Unidos, eso es mentira. Esa avionetica es de entrenamiento, eso no llevó coca a ninguna parte.

HÉCTOR LAVOE EN LA HACIENDA

¿Qué artistas llegaron a la hacienda Nápoles?

Ahí llegaban muchos artistas. En la Hacienda Nápoles estuvo ‘Chespirito’, para los cumpleaños de los hijos del Patrón, hacía shows. También llegaron Héctor Lavoe, Joe Arroyo.

¿El ‘Puma’, José Luis Rodríguez?

El ‘Puma’ no estuvo en la hacienda, sino en una conocida discoteca de la época, que era de un amigo narcotraficante del Patrón.

¿Es verdad que a Héctor Lavoe lo hizo cantar toda la noche a punta de balas?

Eso es mentira, el ‘Patrón’ nunca haría eso con una figura pública. Era un caballero. Tal vez pasó en otra fiesta del Cártel de Medellín.

¿Cuál fue su talón de Aquiles?

El talón de Aquiles de Pablo Emilio Escobar Gaviria fue su mamá, su mujer y sus hijos. Esa era una falencia del Patrón, un verdadero bandido no puede tener familia. Yo conocí un bandido muy teso (bravo), que fue Miguel Castaño Gil, él embarazaba a una mujer y la mataba porque no quería tener hijos. Es que los hijos, para un guerrero, es un lastre muy berraco.

¿Es verdad que la mamá de Pablo Escobar jugó un rol importante para él?

No, eso es mentira, totalmente. Era una mujer normalita.

¿No es como la muestran en la serie ‘El patrón del mal’?

No, cero. ¿Pegándole palmadas en la cara al Patrón? Ja, ja, ja.

Por cierto, ¿qué le pareció la serie?

La serie es buena, la hicieron con mucho esfuerzo y les salió bien. ¿Pero quiénes hacen la serie? Unas víctimas de Pablo Escobar, unos familiares del doctor Luis Carlos Galán, y del director del diario El Espectador, don Guillermo Cano. Ellos tratan de montar el mito que Pablo Escobar era muy valiente, líder. Y después muestran que la mamá le pega en la cara, ¿a qué líder su mamá le pega en la cara? ¡Por Dios santo, bendito! El Patrón era respeto, usted le pega en la cara y se encabrona.

¿Incluso con su propia madre?

No la manda a matar, pero no le habla nunca más en su vida. En la serie muestran al patrón llorando, tirado en el suelo, pero él no lloraba. Él es el único hombre que ya rodeado por la policía y a punto de ser asesinado, no tenía miedo. Él sonreía.

¿Usted cómo se vio representado?

Yo soy rápido, hiperactivo, alegre, y el actor muy pasivo. Respeto el trabajo del actor, pero no me representó.

¿Cómo es eso que un sicario verdadero dispara de la ceja para arriba?

Mire, un sicario muy miedoso es ese que cierra los ojos y da seis balazos en el pecho. En cambio, un sicario fino es el que dispara de la ceja para arriba. El sicario profesional mata con revólver, el sicario tonto mata con pistola. El sicario fino carga una pistola para la bronca.

¿Usted carga ahora un arma?

No, ahorita no tengo, porque la libertad condicional no me lo permite.

Después de 23 años de encierro, ¿cómo se siente la libertad?

Pues, con solo abrir los ojos soy feliz. Tampoco me asusta la cárcel. Si toca, toca. Estoy feliz en la calle, pero en la cárcel también hay lo mismo que aquí.

¿Nunca le tentó traicionarlo por dinero?

Nunca, primero me hago matar. Era un amor, en el buen sentido de la palabra, increíble. El ‘Patrón’ valía 20 millones de dólares, yo pude decirle a mi mamá que lo delate, pero no lo hice.

¿Cómo se entera de la muerte de Pablo Escobar?

Yo estaba en la cárcel, me había entregado. Estaba barriendo el patio de la prisión y veo en la televisión que dice: ¡Extra!, ¡Extra!, ¡Extra! ¡Acaba de ser ejecutado Pablo Emilio Escobar Gaviria!

¿Qué sintió?

A mí se me enfrió el alma. Por primera vez sentí tanto miedo.

GABO y EL CAPO

¿Lee mucho?

Sí, ‘El Quijote’, ‘La Iliada’, también leía a García Márquez.

¿Usted admira a Gabriel García Márquez?

Sí, como escritor. Pero como persona, no. García Márquez trajo razones a Latinoamérica para matar gente con la guerrilla. Él era un guerrillero. Él era un enlace del narcotráfico. Hace poco el periódico The New York Times informó que la CIA (Servicio de Inteligencia de Estados Unidos) estaba siguiendo a Gabriel García Márquez desde los años 70, por su actividad guerrillera y su amistad con Pablo Escobar.

¿Amistad?

Claro. Pablo Escobar era amigo de Gabriel García Márquez. ¿Dónde se conocen? En Nicaragua, gracias a la guerrilla M-19. Tampoco voy a decir que le daba plata. Tampoco visitó la Hacienda Nápoles.

Usted dice que la presencia de Pablo Escobar sigue marcando su existencia, ¿cómo?

Todo el día hablo de él, porque realmente más importante que yo, es él. Yo llegué a ser general del ejército de Pablo Escobar. Él era muy poderoso, muy inteligente, muy guapo y rico. Pero le cuento una cosa, los que salían a matar éramos nosotros.

¿Por qué siente admiración por él?

Porque fue muy bueno conmigo, muy sencillo. Yo recuerdo que una vez, en un operativo, cuando íbamos a matar a una mujer, salí herido. El ‘Patrón’ me dio su avioneta y fue a visitarme. Entonces ya no tenía un patrón, sino un amigo. Siempre fue bueno, respetuoso.

¿No tiene remordimiento por las personas que mató?

No, ¿sabe por qué? Porque estaba en una guerra. Estaba defendiendo una bandera, en esa guerra me mataron a la familia, amigos, jefes.

Era una guerra sin sentido…

Sin sentido, pero era una guerra.

¿Cómo debería recordar el mundo a Pablo Escobar?

A él hay que recordarlo como lo que fue, un narcotraficante, un terrorista, un secuestrador y extorsionador, pero que trató de ayudar a la gente, regaló casas, canchas de fútbol. Fue un guerrero, un hombre que venció al Estado. Es el único bandido en el mundo que se enfrentó a la Policía Nacional y mató a 540 policías.

Usted habla de eso como si fuese una hazaña, pero no lo fue.

Oiga, no es fácil enfrentarse a la policía…

Es que no hay que enfrentar a la policía…

Fue un gran error, pero ellos mataron jóvenes en el barrio pensando que eran sicarios.

SU RELACIÓN CON EL PERÚ

¿Qué tan importante fue Perú para él?

Sin el Perú, él no habría sido grande, porque él empezó a traer pasta de coca del Perú en avionetas.

¿Quiénes le vendían?

Traficantes de medio pelo. Pero el Patrón sí tenía contacto con Sendero Luminoso. No es que compartían la ideología, pero fue por la droga.

¿De qué año me habla?

Cuando empieza a traer la pasta de coca hablo del año 81, 82, 83. El Patrón hablaba de ellos.

¿Mencionó nombres?

No, ninguno. Solo Sendero Luminoso.

En Perú y Latinoamérica ha crecido demasiado el sicariato, ¿por qué?

Mire, le digo, el padre del sicariato es la extorsión y el narcotráfico. Después viene el secuestro. Están a punto de volverse una epidemia como en México o como en los tiempos de Pablo Escobar. Nosotros secuestramos media Colombia. La sociedad peruana se va a ir degradando cada vez más.

¿Cómo detenerlo?

Hay que fortalecer la justicia, hay que llevar equipos de alta tecnología, intervenir los teléfonos, los WhatsApp. Debe existir mucha inteligencia en las calles, tener redes de informantes. Hay que hacer unas leyes extraordinarias para detener a los sicarios. Y lo más importante, que el Estado haga presencia en los barrios pobres, que lleven deporte, cultura. Tiene que intervenir en los barrios, pero amablemente. Además, debe tener a la policía bien pagada.

¿Qué les aconseja a los muchachos que se está iniciando en este oficio?

Mi consejo para los sicarios, que están matando a sus hermanos peruanos, es que busquen un nuevo norte en la vida. El sicario siempre tiene tres puertas: la cárcel, el hospital y el cementerio. La justicia siempre prevalecerá sobre el mal. Hay que buscar una vida limpia, honesta, humilde. Lo que lleva a uno a meterse en esto es la ambición.

¿Usted cree en Dios?

Totalmente, cien por ciento.

‘Popeye’, cuando usted muera, ¿adónde cree que irá?

Escrito está en la Biblia. Dice que si uno se arrepiente, es totalmente salvo. Yo iré a la diestra de Dios, iré al cielo.

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