La veterana periodista filipina Maria Ressa, que ganó este viernes el premio Nobel de la Paz, se ha convertido en un símbolo de la libertad de expresión en una época en que proliferan los líderes autoritarios.
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Responsable de corresponsalías de la CNN en el Sudeste asiático durante dos décadas, Ressa creó en 2012 el portal Rappler, en que publicaba investigaciones multimedia y sociales que informaban de manera inconformista sobre Filipinas y con una visión crítica sobre el presidente Rodrigo Duterte.
Ressa y su medio se confrontaron a múltiples procesos judiciales tras haber publicado informaciones críticas con el mandatario y su sangrienta lucha contra el narcotráfico.
“Es el mejor momento para ser periodista”, destacó Ressa en una entrevista online retransmitida por Rappler poco después del anuncio del Nobel.
“Un mundo sin hechos significa un mundo sin verdad y sin confianza”, añadió la reportera, que dispone de la doble nacionalidad filipina y estadounidense y que estudió en la prestigiosa universidad de Princeton.
Ressa, de 58 años, fue galardonada en abril con el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco/Guillermo Cano 2021, creado en memoria del periodista colombiano Guillermo Cano asesinado en 1986.
Además, había sido seleccionada como uno de los personajes del año en 2018 por la revista Time gracias a su defensa de la libertad de expresión, aunque fueron sus detenciones que la hicieron mucho más conocida a nivel internacional.
Debido a su trabajo periodístico exigente con el poder la arrestaron dos veces, se confrontó a varias investigaciones judiciales y también sufrió un intenso ciberacoso.
Su medio digital tuvo que luchar por su supervivencia ante los constantes ataques del gobierno de Duterte, que le acusaba de evadir impuestos y de financiamiento ilegal a través de fondos extranjeros.
Duterte calificó a Rappler de “tienda de fake news (noticias falsas)”, tras la publicación de un reportaje sobre uno de sus asistentes más cercanos.
Aunque el ejecutivo dijo que el presidente no tenía nada que ver con las causas judiciales contra Rappler, abogados defensores de la libertad de expresión discrepan con eso.
Pese a todas las presiones recibidas, Ressa siguió trabajando desde Filipinas e informando de manera crítica sobre el gobierno de su país.
Ser un pilar
“No soy solo una reportera”, dijo la periodista el año pasado en una entrevista para la AFP. “Mi trabajo consiste en ser un pilar (...) para que nuestros colaboradores puedan seguir trabajando”, explicó.
Las amenazas en internet empezaron pocos meses después de la investidura de Duterte como presidente en 2016 y el inicio de su “guerra contra la droga”, que causó miles de muertos y ahora está en el punto de mira de la Corte Penal Internacional (CPI).
Ressa calculó que a finales de 2016 recibía más de 90 mensajes agresivos por hora en las redes.
Rappler es uno de los medios que publicaron imágenes chocantes de las ejecuciones y que cuestionaron los principios legales de la polémica ofensiva contra el narcotráfico.
La policía filipina detuvo a Ressa por primera vez en febrero de 2019 por un caso de difamación. Dos meses más tarde su portal fue acusado de violar la ley que prohíbe a los medios disponer de un propietario extranjero.
“Empecé como reportera en 1986 y trabajé en muchos países, me dispararon, me amenazaron, pero nunca viví una muerte a fuego lento de este tipo”, reaccionó tras su primera condena por difamación en 2020.
Al frente de las oficinas de la CNN en Manila y Yakarta, se especializó en el terrorismo, investigando los vínculos entre las redes mundiales de Al Qaeda y activistas del Sudeste asiático.
También dirigió el servicio de informaciones de ABS-CBN, la principal cadena de Filipinas.
“Debemos seguir haciendo un periodismo que exija rendición de cuentas”, aseguró Ressa este viernes.
Fuente: AFP