En China existe un mundo paralelo, o por lo menos eso desea el Gobierno que sus ciudadanos crean. Obstinados en la estrategia “cero covid” que ordena estrictos confinamientos para evitar la propagación del coronavirus -y que ha desencadenado insólitas protestas-, ahora buscan evitar que el Mundial Qatar 2022 demuestre que en el resto del mundo se vive con relativa normalidad.
Qué duda cabe que la pandemia del COVID-19 originó una nueva normalidad, con confinamientos, el uso obligatorio de mascarillas y un sinfín de reglas para evitar los contagios, pero con la llegada de las vacunas poco a poco se ha ido restableciendo el modo de vivir antes de que apareciera el virus y esto se refleja en la fiesta del fútbol en Qatar, con estadios y calles repletas de fanáticos, uno al lado del otro, sin el distanciamiento que antes se recomendaba ni con el tapaboca que se exigía.
Pero la televisión estatal china CCTV5 evita que sus ciudadanos vean esta realidad. En el partido de Portugal contra Uruguay, en el minuto 54, Bruno Fernandes convierte un gol, durante la celebración las cámaras de la transmisión enfocan las gradas del estadio para mostrar a los hinchas celebrando, pero esto no se ve en China, solo se aprecia al director técnico de Portugal, Fernando Santos, caminando.
Lo mismo ocurrió en el partido entre Ghana y Corea del Sur, donde no se transmitieron las celebraciones del público. La BBC constató que existe un retraso de más de 50 segundos entre lo que se transmite desde Qatar y lo que se ve en China.
Pero no sirvió de nada.
En las redes sociales chinas varios usuarios hicieron sentir su frustración al percatarse por la forma en que el virus se está tratando en otros países, que en los estadios hay miles de personas sin mascarillas ni distancia, pese a que ellos continúan encerrados desde los primeros meses del 2020.
Con casi tres años en vigor, la estrategia “cero covid” colmó la paciencia de los ciudadanos chinos que se han manifestado en una ola de protestas sin precedentes.
En Shanghái, Beijing, Cantón, Zhengzhou y otras ciudades multitudes se manifestaron para reclamar el fin de las restricciones sanitarias y más libertades políticas. Dado su alcance territorial, esta movilización es la más importante desde las manifestaciones prodemocracia de 1989.
China es uno de los últimos países en seguir aplicando una política sanitaria draconiana, que conlleva confinamientos masivos, test casi diarios y periodos de cuarentena.
Hartos, una parte de los habitantes esperaban que las restricciones fueran suavizadas tras el Congreso del Partido Comunista (PCC) celebrado en octubre.
Pero el gobierno decidió reforzarlas.
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