Data Pro Quo, la máquina expendedora en la que el dinero son los datos personales.| Foto:Shackleton
Data Pro Quo, la máquina expendedora en la que el dinero son los datos personales.| Foto:Shackleton

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La tecnología cada vez avanza a pasos más y más agigantados y a pesar de que estamos aún en pandemia del covid-19, eso parece no detenerla. Es así que en España existe una máquina expendedora que no funciona con dinero, como suele pasar con este tipo de artilugios. Con la Data Pro Quo, así se llama, la única manera de obtener los productos que ofrece es pagando con datos personales. ¿Y qué ofrece a cambio de tus datos? Sus artículos están relacionados con la tecnología, la alimentación y los productos de oficina.

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Shackleton, que es parte de Accenture desde 2019, ha sido la responsable de llevar a cabo la primera máquina vending de este tipo, denominada -como decíamos- Data Pro Quo, en la que se pueden adquirir productos con nuestros datos personales.

Ante esta innovación tecnológica, Carmen López Muñoz, directora gerente de Accenture Interactive charló con el portal Business Insider al respecto. “La experiencia es el nuevo campo de juego en el que se necesita diseño y creatividad, pero también estrategia de negocio, tecnología y datos; el uso de estos últimos en la toma de decisiones es fundamental”, enfatizó.

Luego agregó: “Por ello, hay que ir hacia un modelo cada vez más inteligente, tanto de operaciones como de procesos”.

¿Dónde se ubican estas máquinas innovadoras?

Por el momento, solo se puede encontrar en el Digital Hub de Accenture, en Madrid, España, donde está instalada y en funcionamiento.

Es preciso añadir que el fruto de la asociación entre Shackleton, Accenture Interactive, el Taller Kenai –de construcción de máquinas– y Evoca Group –multinacional líder en este segmento–, funciona igual que cualquier otra máquina vending, en el sentido de elegir los productos. “Está bien hablar de innovación y del valor de los datos, pero Data Pro Quo es, una vez más, comunicar con hechos”, ha señalado Pablo Alzugaray, CEO de Shackleton.

No obstante, en Data Pro Quo, se pueden conseguir 55 artículos diferentes: 32 de ellos relacionados con alimentación saludable –smoothies, diferentes tipos de chocolate negro o frutos secos–; 13 materiales de oficina –termos para el café o libretas–, y 10 dispositivos de electrónica –power banks o AirPods–.

Todo dependerá de la elección del usuario, pues la máquina ofrecerá un cuestionario, variando el número de preguntas, con formularios divididos en 3 categorías (A, B y C). Por ejemplo, para conseguir los AirPods se han de responder 7 preguntas diferentes, en una pantalla habilitada para ello, donde se situarían habitualmente el teclado y el método de pago.

A su vez, Data Pro Quo está personalizada casi totalmente, preguntando por el rol profesional del usuario (CEO, CMO, CTO, etc.) para ajustar las preguntas en consecuencia. Este, a cambio, ofrecerá datos personales como el correo electrónico o el sector al que pertenece. Aunque todo ello tiene detrás una increíble tarea informática, ya que la máquina está “hackeada”.

Una máquina controlada desde afuera

Aunque ya es curioso el hecho de pagar con datos personales en lugar de dinero, su curiosidad no recae solo en esta parte. Para desarrollar toda la labor técnica del proyecto, ha sido necesaria la implicación de un equipo mecánico e informático.

En primer lugar se ha tenido que desarrollar toda la interfaz de comunicación con el usuario, desde la pantalla táctil hasta un servidor interno que almacena la información y personaliza las preguntas, sin necesidad de programación y con una capa HTTP, encargada de enviar los datos al elemento de control externo.

En segundo lugar, dicho elemento de control se basa en “hackear” la propia máquina. Para ello, se ha utilizado lo que se conoce como ingeniería inversa: se simula la introducción de los datos en un hardware externo, la máquina recibe instrucciones del precio con las propias respuestas, así como el producto elegido, para que Data Pro Quo actúe como si de una persona se tratara.

En este sentido, el equipo ha aislado eléctricamente todo el circuito “hacker” de Data Pro Quo, mediante optoacopladores que eviten bucles de masa y errores en la comunicación. Además, desde Shackleton han asegurado que los datos quedan alojados de forma segura y de manera restringida.

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