Quito. Miles de ecuatorianos se lanzaron este domingo a las calles de Quito a festejar el acuerdo entre el Gobierno y los indígenas, que puso fin a once días de violentas protestas por la eliminación del subsidio a los combustibles.
Familias enteras, incluso con niños en pijama y con bebés en brazos, salieron a las calles en procesión, mientras en el parque del Arbolito, epicentro de los disturbios en la capital, miles de manifestantes gritaban insistentemente “¡Sí se puede, sí se puede!”.
A la zona llegaban más y más gentes conforme transcurrían los minutos, concentrándose en las zonas de mayor iluminación y en ocasiones tratando de esquivar algunos cohetes que explotaban a baja altura y se desviaban de su trayectoria.
Atrás quedaban once días de batalla campal frente a las fuerzas de seguridad, con las que se batieron en esa misma zona entre las llamaradas de neumáticos ardiendo, barricadas y espesas cortinas de humo por el masivo uso de gas lacrimógeno.
En la zona, los manifestantes empezaron esta noche a recoger las barricadas que les sirvieron de protección, especialmente en los últimos días en que las protestas se tornaron mucho más violentas y con una fuerte represión policial.
Cientos de indígenas festejaban asimismo la “victoria de la lucha popular” en los exteriores de la Casa de la Cultura con bailes en los que portaban sus lanzas y hacían sonar tambores al grito de: “¡El pueblo unido, jamás será vencido!”.
“¡Viva la unidad del pueblo organizado!”, gritaban al tiempo que hacían sonar instrumentos ancestrales.
El festejo se hizo sentir tanto dentro como fuera de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, punto de reunión de los indígenas desde el pasado lunes, cuando llegaron por miles desde el interior del país para rechazar el alza de precios de los combustibles.
La fiesta estalló en las calles de Quito poco después de que se anunciase que el Gobierno elaborará un decreto para sustituir el 883, que provocó las protestas, en un acuerdo con el movimiento indígena alcanzado con la mediación de la ONU y de la Conferencia Episcopal.
Y es que esta noche no eran pocos los que comparaban la algarabía callejera con un triunfo de la selección de fútbol en un torneo internacional, pues muchos ondeaban la bandera del país en medio de la muchedumbre.
Por el norte de Quito, caravanas de automóviles avanzaban en medio de un ensordecedor y constante sonar del claxon que rompió el tenso silencio de las últimas horas en las que los ecuatorianos habían estado a la espera del inicio del diálogo.
Vídeos que circulan por redes sociales dejaban ver también a policías con sus equipos antidisturbios que estrechaban la mano de quienes hasta hace menos de una hora eran sus rivales, y que también seguían ataviados con máscaras antigás y escudos rudimentarios.
Fuente: EFE