Cientos de miles de personas se congregaron hoy desde temprano en las aguas del sagrado río Ganges, en la ciudad india de Haridwar, para participar en un baño sagrado con motivo del Kumbh Mela o Festival de los Cántaros. La fe con motivo de esta celebración es tal que ni siquiera la pandemia de coronavirus impide cumplir con el ritual, y ello a pesar de que India superó ayer a Brasil como la segunda nación con más casos confirmados de COVID-19 en el mundo.
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Esta ceremonia hinduista —que dura varias semanas— tiene lugar cuatro veces cada 12 años y es considerada probablemente la mayor peregrinación religiosa del mundo. Su última edición, en 2019, atrajo a unos 55 millones de fieles.
Hasta el 30 de abril, habrá tres grandes shahi snan o fechas de baños: la de hoy, otra el 14 y finalmente el día 27. En cada ocasión, señala la agencia de noticias AFP, cientos de miles de hombres, mujeres y niños se agolpan, antes del amanecer, a lo largo de kilómetros de orilla para darse un breve chapuzón en las aguas, cantar canciones y esparcir flores en el río como ofrenda.
Creencia
Según los hindúes, el baño en el río sagrado purifica los pecados y ofrece la salvación. De acuerdo con la mitología hindú, los dioses y los demonios entraron en guerra por un jarro sagrado, el Kumbh, que contenía un elixir de la inmortalidad. Algunas gotas se derramaron en cuatro lugares diferentes: las ciudades de Praiag, Haridwar, Ujjain y Nasik, urbes sagradas que se turnan la celebración del Kumbh Mela.
Uno de los principales centros de atención de la festividad son las procesiones de cientos de sadhus, ascetas hindúes con el cuerpo cubierto solo de ceniza, hacia las aguas del Ganges. La celebración es una oportunidad para los creyentes de recibir la bendición de los sadhus —a quienes consideran santos— dándoles a cambio ofrendas.
Pero el ambiente de religiosidad ha generado llamados de alerta por parte de las autoridades, que señalan que las fiestas religiosas multitudinarias y otras reuniones públicas han alimentado la nueva ola de infecciones.
“Todo el país ha sido complaciente: hemos permitido congregaciones sociales, religiosas y políticas”, dijo Rajib Dasgupta, profesor de salud de la universidad Jawaharlal Nehru, a la AFP. “Ya nadie hacía cola” para el distanciamiento social, aseguró.
India registró más de 873,000 casos de COVID-19 en los últimos siete días, un aumento del 70% respecto a la semana anterior, según datos recopilados por la AFP. El país de 1300 millones de habitantes registró un rápido aumento de nuevas infecciones en las últimas semanas, con lo que el número total de casos asciende ahora a 13.5 millones, por encima de los 13.48 millones de Brasil.