En el mapa quizá solo sea un pequeño pueblo con muy pocos habitantes. Pero para los soldados ucranianos el desalojo de las tropas rusas de Mala Rogan, a pocos kilómetros de Járkov, en el noreste de Ucrania, es una victoria.
El lunes, la situación estaba tranquila en la aldea, aunque se escuchaban fuertes explosiones desde lo lejos.
Bajo un cielo azul, los militares ucranianos seguían llevando a cabo operaciones de seguridad y reforzaban sus posiciones alrededor de las dañadas casas de la localidad.
Los cuerpos de dos soldados rusos yacían aún en una de las avenidas del pueblo. Al menos dos otros cuerpos fueron arrojado en pozos y sus zapatos sobresalían de un monto de piedras.
“Puede contaminar el agua”, se quejaba un suboficial, vestido con una gorra de camuflaje y un chaleco antibalas.
“Hay cadáveres rusos en todos lados, no los hemos contado”, explica. Un militar ucraniano dice que al menos 25 soldados rusos murieron. “Uno de los nuestros murió”, agrega.
“Hay otros cadáveres en los alrededores del pueblo. A los rusos no les importan sus muertes, no los quieren recuperar”, cuenta con un aire de disgusto el suboficial.
Durante los enfrentamientos, se destruyeron varios vehículos blindados rusos. En los patios de las casas incendiadas, todavía se pueden ver las estructuras carbonizadas de algunos vehículos, entre ellos un camión ruso con el símbolo “Z”.
10 horas de combate
Las tropas de Kiev iniciaron el ataque en mitad de semana a través de un grupo de combatientes que penetraron en la zona de madrugada.
“Llevábamos cada uno 50 kg sobre los hombros, teníamos Javelin (lanzacohetes de fabricación estadounidense)”, explica uno de los participantes en la operación, el sargento Valery, de 54 años.
El soldado, que trabajaba para el metro de Járkov y combatió para el ejército soviético en Afganistán, se alistó en las tropas ucranianas tras la invasión rusa el 24 de febrero.
“Esperaba que me dieran una pala y una vieja pistola, como en Afganistán, pero mira”, dice, extendiendo los brazos para mostrar su material.
“Los combates duraron unas 10 horas. Les sorprendimos, estaban instalados en sótanos donde trataban de resistir. Les dimos una oportunidad para rendirse. Allá ellos...”, continúa encogiéndose de hombros.
Unos 180 soldados rusos se habían instalado en el pueblo, según cuenta. “Cinco fueron capturados, uno de los cuales intentó escapar y fue también abatido”, explica.
Uno de los prisioneros dijo que era un antiguo combatiente del contingente ruso en Siria, según el sargento Valery.
“A veces los rusos actúan de paisano, se infiltran en nuestras líneas”, confía el soldado.
Contraofensiva
La liberación de Mala Rogan tardó porque algunos francotiradores rusos estaban escondidos en casas o en los bosques de los alrededores, indica.
Después hubo muchos bombardeos, incluido dos con fósforo.
“Era muy bonito, todos esos fuegos en la noche”, dice un soldado con ironía.
La toma de Mala Roogan “es muy importante porque desde aquí [los soldados rusos] bombardean permanentemente zonas residenciales de la ciudad”, dijo el alcalde de Járkov, Igor Terekhov, a un medio local.
Sin embargo, en la localidad vecina de Vilkhivka, algunos kilómetros más al norte, los combates duran desde hace varios días. El lugar también se usa para bombardear a Járkov.
“Aquí avanzamos, pero en Vilkhivka nos estancamos...”, comenta otro soldado. “Tendremos que arreglar esta situación lo más rápido posible, la primavera llega y será el momento de sembrar patatas”, bromea el hombre, que también es agricultor.
Fuente: AFP