El millonario estadounidense Robert Durst murió este lunes a los 78 años tan solo tres meses después de que un tribunal de Los Ángeles (Estados Unidos) lo condenara a cadena perpetua por el asesinato de la escritora Susan Berman de un disparo a la cabeza en el año 2000.
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Su abogado Chip Lewis confirmó a medios locales que Durst falleció en un hospital de California debido a un paro cardiorrespiratorio.
El empresario, señalado también por la desaparición de su esposa y por el asesinato de uno de sus vecinos, ya había sido hospitalizado en octubre pasado por la COVID-19 tan solo dos días después de ser condenado.
Durst, de 78 años, era heredero de una de las familias más ricas de Nueva York, que se enriqueció gracias al negocio inmobiliario, aunque en 1994 su padre eligió a su hermano menor Douglas para hacerse cargo de la empresa familiar.
Su historia se relata en la serie documental de HBO “The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst”, un programa dirigido por Andrew Jarecki que el propio Durst propuso, deseoso de que alguien le dejara contar su vida.
La cadena a condena perpetua en su contra se confirmó en septiembre pasado, un mes después de que un jurado popular declarase al empresario culpable de un delito de asesinato por el que fue formalmente acusado en 2015, aunque Durst ya era sospechoso de otros dos asesinatos que se remontan más de tres décadas atrás.
De acuerdo con el veredicto, Durst tiroteó a Berman, con quien mantenía una amistad, en su casa de Beverly Hills (EE.UU.) ya que la mujer había presenciado otro crimen supuestamente cometido por él.
Berman murió antes de contar a los investigadores lo que sabía sobre la desaparición de Kathleen McCormack, la exesposa de Durst que se encuentra en paradero desconocido desde 1982.
McCormack desapareció sin dejar rastro en 1982 tras manifestar su deseo de divorciarse de Durst, en un caso que quedó sin resolver.
Una década más tarde la Policía reabrió la investigación y en el año 2000 Berman, que hasta entonces había intercedido como amiga a favor de Durst, apareció muerta de un disparo en la cabeza poco antes de que pudieran interrogarla sobre lo ocurrido a McCormack.
A estas dos desapariciones se suma una tercera, en 2001, y por la que Durst se declaró culpable pero fue absuelto.
El magnate admitió matar y posteriormente desmembrar a su vecino en un pueblo de Texas, cuyo cuerpo troceado apareció flotando en el mar.
Durst fue juzgado y exculpado por un jurado, que determinó que había actuado en defensa propia tras un forcejeo con la víctima, aunque la acusación indicó que la verdadera intención del empresario era robar la identidad de su vecino para eludir a la Justicia.
Fuente: EFE