Nueva York. [AP]. Mientras la ciudad de Nueva York se prepara para retomar sus actividades después de más de dos meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus, las autoridades suspendieron el domingo el toque de queda que entró en vigor a raíz de las protestas contra la brutalidad policial y la injusticia racial. Sin embargo, exhortaron a los manifestantes a realizarse la prueba para detectar COVID-19.
“Háganse la prueba. Háganse la prueba”, pidió el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, a las personas que han participado en marchas y protestas por la muerte de George Floyd, el afroestadounidense que falleció a manos de la policía en Minneapolis.
Cuomo informó que el gobierno del estado planea abrir 15 centros de pruebas dedicados a los manifestantes con el fin de que reciban sus resultados a la brevedad.
Su exhorto es similar al que han lanzado autoridades de ciudades como Seattle, San Francisco y Atlanta tras las protestas masivas, con centros de pruebas gratuitas instalados para los manifestantes que pudieran haber estado expuestos al virus.
Sin embargo, en Carolina del Sur, estado en el que ha habido protestas diarias en algunas ciudades por la muerte de Floyd, los participantes se dijeron preocupados de que el coronavirus haya pasado a segundo término. En North Charleston, Shakem Akhet comentó al periódico Post & Courier que no había pensado mucho en el virus antes de salir a las calles sin mascarilla durante las protestas, y no tomó en cuenta que el gas lacrimógeno podía intensificar su propagación.
“Casi parece que las emociones han adquirido tal preponderancia que a la gente ni siquiera le preocupa (enfermarse)”, dijo.
Estados Unidos es el país con más contagios a nivel mundial, con cerca de 110.000 muertes confirmadas vinculadas al virus, y el estado de Nueva York registra más de 30.000 de ellas desde que comenzó la pandemia, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins.
La ciudad de Nueva York se preparaba para iniciar la primera fase de su reapertura después de los cierres por la propagación del virus. Se prevé que de 200.000 a 400.000 personas regresen a sus sitios de trabajo el lunes, muchos de ellos en el tren subterráneo, cuyo uso ha disminuido mucho debido al riesgo de contagiarse allí.