El extraño síndrome de este hombre está dando la vuelta al mundo. Un informe elaborado por la revista -publicado el último domingo-se remonta a 2011, revelando la historia de una persona que en su cuerpo, sin beber una gota de alcohol. 

El paciente, un estadounidense de quien no se dio su nombre, empezó a quejarse por la pérdida de memoria, episodios de depresión, comportamiento agresivo y cambios mentales. Estos síntomas aparecieron durante meses después de que finalizara una terapia con antibióticos por una lesión en un pulgar. 

Pese a que recurrió a varios médicos, ninguno pudo determinar qué le sucedía. Incluso, asistió al psiquiatra, que le dio antidepresivos sin conseguir resultados. 

Lo peor que le ocurrió fue que una vez la policía lo detuvo por conducir ebrio, sin que haya bebido una gota de alcohol. Se rehusó a la prueba del alcoholímetro y fue hospitalizado. 

En la clínica determinaron que el paciente tenía un nivel de alcohol en la sangre de 200 miligramos por decilitro (mg/dL), un valor equivalente al consumo aproximado de 10 cervezas y capaz de producir confusión, desorientación, dificultad de hablar y deterioro del equilibrio.

El estadounidense había sido un bebedor social, pero luego se volvió abstemio. Según el  otra revisa médica que se interesó en el caso, los galenos se negaron a creerle. 

Después, el sujeto buscó tratamiento en una clínica del estado de Ohio, en donde nuevas pruebas de laboratorio revelaron la presencia en su intestino de 'Saccharomyces cerevisiae', un hongo unicelular conocido como levadura de cerveza, capaz de fermentar carbohidratos y convertirlos en etanol.

Así, se concluyó que el paciente padecía del síndrome de fermentación intestinal (ABS, por sus siglas en inglés), una enfermedad en la cual se producen cantidades intoxicantes de etanol dentro del sistema digestivo.

El paciente tuvo que ser sometido a una estricta dieta libre de carbohidratos y fue tratado con terapias antifúngicas y probióticos.

Después de un año y medio, entre idas y venidas, está intentando llevar una vida normal, aunque sigue con la dieta "mientras sigue comprobando esporádicamente sus niveles de alcohol", concluyó la investigación.  

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