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Anthony Broadwater, un jardinero de 61 años, se ha pasado más de la mitad de su vida probando su inocencia; tras haber sido acusado injustamente de una violación. 39 años después de ser sentenciado, la justicia de los Estados Unidos anuló su condena y afirmó que nunca cometió el crimen.

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Broadwater pasó más de 16 años en prisión luego de ser culpado en 1982 de violencia sexual contra Alice Sebold, una escritora que más adelante narraría el abuso en uno de sus libros titulado “Lucky”.

Según detalla la cadena de noticias , a Broadwater le negaron la libertad condicional al menos 5 veces porque no quiso admitir un delito que nunca cometió. El sujeto incluso pasó las pruebas del detector de mentiras.

A pesar de haber cumplido la pena en la cárcel, Broadwater continuó intentando, a través de sus abogados, que se anulara su condena; sin éxito alguno, hasta esta semana, que el juez del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York, Gordon Cuffy, aceptara su pedido. Su condena de violación y otros cargos fueron disueltos.

En ‘Lucky’, la autora describe con detalles los terribles sucesos vividos en 1981 cuando aun era estudiante de la universidad de Siracusa. Coincidentemente, las memorias de Sebold se publicaron en 1999, un año después que Broadwater fue liberado.

Sebold se encontró con Broadwater en una calle de Siracusa meses después del desafortunado acto de violencia. Inmediatamente lo reconoció como su violador y dio aviso a la policía.

Tras ser detenido, el sujeto fue condenado en base a dos pruebas: el relato de la víctima (que solo lo identificó porque era afrodescendiente) y el análisis de ADN a partir del cabello de Broadwater. Más adelante esta última prueba terminaría siendo errónea.

“Las investigaciones han descubierto que el riesgo de identificación errónea por parte de los testigos oculares aumenta significativamente cuando el testigo y el sujeto son de diferentes razas”, sostenía la afirmación.

“El FBI testificó que el análisis microscópico del cabello contenía errores en al menos el 90 por ciento de los casos que la agencia revisó”, señalaron los abogados de Broadwater en un comunicado.

“Ahora sabemos que el testimonio del químico forense se derivó de un enfoque forense ampliamente desacreditado de la microscopía del cabello”, afirmaron.

Estas pruebas, sumadas a una declaración de Sebold en su libro, donde reconoce que había escogido al hombre equivocado, llevaron al juez a declarar como inocente a Broadwater.

“Cuando el fiscal del distrito me habló, sus palabras fueron tan profundas, tan fuertes, que me estremecieron”, dijo Broadwater a la prensa.

“Me hizo llorar de alegría y felicidad porque un hombre de esta magnitud dijera lo que dijo en mi nombre... es, es más allá de lo que yo mismo pueda decir”, indicó.

Tras ser liberado, Broadwater continuó su lucha para también ser exculpado del registro de violadores; puesto que estos antecedentes le impedían tener un trabajo estable.

“Hice lo que pude, y eso fue, ya sabes, crearme un trabajo haciendo jardinería, retirando árboles, transportando, limpiando”, dijo.

“No pude tener hijos. No quería traerlos al mundo por esto. Y ahora, esos días ya pasaron, no podemos tener hijos”, dijo Broadwater a los periodistas, acompañado de su esposa.

“Nunca me rendí. Nunca, nunca podría rendirme y vivir en estas condiciones... Iba a hacer todo lo posible para demostrar mi inocencia”, comentó.

Asimismo, Broadwater dijo que “se siente tan surreal, que todavía lo estoy asimilando. Estoy como... asustado en cierto sentido. Estoy muy feliz”.

Broadwater aseguró solidarizarse con Sebold. “Solo espero que haya una disculpa sincera. La aceptaría. No estoy amargado ni le deseo algún mal”.

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