En el primer domingo de setiembre una denuncia generó indignación en toda España: un joven homosexual de 20 años fue agredido en el centro de Madrid, en el barrio de Malasaña, por un grupo de encapuchados que le insultaron y produjeron heridas de arma blanca. El ataque representaba una escalada en los ataques de odio, por realizarse a plena luz del día, pero todo resultó ser una farsa.
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Lo primero que informó la policía del ataque -luego del testimonio del denunciante- fue que ocurrió pasando las 5 de la tarde, que un grupo de ocho personas acorraló a la víctima, lo agredió verbalmente con insultos como “maricón” y “asqueroso” y le produjeron dos cortes, uno en el labio inferior y otro en uno de los glúteos, donde le escribieron “maricón”.
Luego, la policía adelantó que revisarían las cámaras del lugar para dar con la identidad y el paradero del grupo agresor.
“Es lo más duro que he visto en Madrid en mis seis años al frente del observatorio y en mis 17 de activismo”, dijo El País Rubén López, coordinador del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia de la asociación Arcópoli, sorprendido por un ataque de este tipo, del que sospechó en un primer momento era un “ajuste de cuentas”.
Pero el tema continuó escalando. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo eco en Twitter de la indignación generalizada: “En nuestra sociedad no tiene cabida el odio. Mi rotunda condena a este ataque homófobo. No vamos a permitirlo. Seguiremos trabajando por un país abierto y diverso, donde nadie tenga miedo a ser quien es”.
Una farsa
Los datos no encajaban. En las cámaras de seguridad de la zona no había registro del ataque, tampoco los vecinos interrogados “oyeron o vieron algo”, pese a que todo ocurrió a plena luz del día. No había un solo testigo del brutal ataque del grupo de ocho y la ropa del día del ataque no podía ser examinada porque la víctima “había lavado tanto los pantalones como la camiseta”.
Los investigadores, sin evidencia alguna y teniendo solo el testimonio de la víctima, decidió interrogarlo por segunda vez. En esta ocasión, en una declaración más pausada, cambió su versión: ”Fue consentido, en casa de otra persona con la que mantuve una relación sexual”, según publica en una nueva edición de este caso, El País.
El joven asegura que mintió para mantener la relación con su actual pareja.
“En la tarde de hoy, y gracias al trabajo de la Policía Nacional, el joven que el domingo denunció una agresión en el barrio de Malasaña de Madrid ha decidido rectificar su declaración inicial y ha declarado que las lesiones inicialmente denuncias fueron consentidas. Esta declaración se produce sin perjuicio del desarrollo de las investigaciones y del procedimiento judicial”, fue el mensaje del Ministerio del Interior sobre el caso.
Pese al engaño, tanto autoridades como colectivos -que han convocado a marchas- concuerdan que el tema de la violencia contra personas LGTBIQ es constante y latente; incluso, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, calificó este caso como “anecdótico” y pidió “no frivolizar” los ataques de odio.
“Si frivolizamos con lo ocurrido mucha gente se va sentir todavía más coaccionada. Esa gente que denuncia quizá [pase a] no denunciar, a quizá pensar que no se la crea. Lo único que pido es que no haya voces irresponsables”, explicó el ministro en LaSexta.