Por lo menos nueve cárteles mexicanos, calificados oficialmente como “organizaciones criminales transnacionales”, vienen realizando negocios de tráfico de drogas en suelo estadounidense. Así lo han revelado documentos de inteligencia del Gobierno de México, a los que tuvo acceso el medio azteca Milenio. Es una cifra superior a la estimada en 2019 por la DEA, que calculaba que eran unos seis las entidades de narcotráfico mexicanas en Estados Unidos.
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Los documentos dividen a los cárteles que operan en Estados Unidos en dos grupos. El primero corresponde a “grandes organizaciones criminales”, donde se ubican los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Un segundo grupo lo constituyen remanentes de los cárteles de Tijuana, Juárez, Beltrán Leyva, Caballeros Templarios, La Familia Michoacana, Golfo y Los Zetas. Estas organizaciones han establecido alianzas con bandas locales estadounidenses.
“En la actualidad, México es un importante productor y proveedor del mercado estadunidense de heroína, metanfetamina y marihuana y el principal país de tránsito de la cocaína vendida en los Estados Unidos. Las actividades delictivas de estas organizaciones criminales transnacionales mexicanas se extienden mucho más allá de los pueblos y ciudades de la frontera, también a lo largo de las rutas del tráfico de drogas hasta mil ciudades de los Estados Unidos”, reza uno de los documentos a los que tuvo acceso Milenio.
¿Dónde se ubican los cárteles?
El año pasado, la DEA identificó 62 ciudades con importante presencia de cárteles mexicanos. Se ubican a lo largo y ancho del país, especialmente en las costas este y oeste. Una menor presencia se detectó en la parte centro-norte de Estados Unidos.
Ubicación de cárteles de droga mexicanos, según la DEA (Imagen: DEA).
El cártel con más poder en la primera potencia del mundo es el de Sinaloa. Según información de la cadena CNN, basada en datos de la DEA, esa banda criminal exporta y distribuye en Estados Unidos, enormes cantidades de metanfetamina, marihuana, cocaína y fentanilo al tener centros de operación en California, Arizona, Nuevo México y el oeste de Texas; es decir, estados fronterizos por donde ingresa la droga desde México.
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