Durante la cuarentena producida por el COVID-19, con ciudades enteras clausuradas, los viajes restringidos y el hartazgo del aislamiento, miles de personas han sido sorprendidas, multadas o encarceladas por violar las restricciones alrededor del mundo.
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Por ejemplo, en la ciudad portuaria de Kaohsiung, al sur de Taiwán, las cámaras de seguridad captaron a un trabajador inmigrante de Filipinas saliendo brevemente al pasillo del hotel donde estaba cumpliendo una cuarentena en noviembre.
Según una cita del departamento de salud publicada por la Agencia Central de Noticias, el hombre no identificado quiso dejar algo frente a la puerta de la habitación de un amigo, quien estaba en cuarentena en el mismo hotel.
En el video se puede ver al hombre, que iba vestido con pantalones cortos y sandalias, dar seis pasos para llegar a la habitación de su vecino y luego darse la vuelta para regresar. La infracción le costó 3550 dólares.
Situación parecida vivieron nueve trabajadores extranjeros también en Taiwán, quienes fueron descubiertos incumpliendo las reglas, según informaron medios locales citando datos del gobierno.
Taiwán ha recibido elogios por su exitosa respuesta ante el COVID-19, un esfuerzo liderado por Chen Chien-jen, un investigador de salud pública que hasta mayo fue el vicepresidente de la nación. No obstante, en las últimas semanas la isla ha tenido un repunte de casos, en su mayoría importados de Indonesia, lo que llevó al país a prohibir de manera temporal la entrada de algunos trabajadores migrantes y a tomar medidas enérgicas respecto a los que están en cuarentena.
Si bien las medidas punitivas como las multas actúan como factores disuasivos, su efectividad tiene un límite, opinan los especialistas. Agregaron que ganarse la cooperación de la gente es una defensa mucho mejor.