Autoridades uruguayas confirmaron la presencia de la variante brasileña de la COVID-19 en siete departamentos del país. Este hallazgo se condice con el aumento progresivo de casos en el país oriental, que afronta un rebrote de la primera ola, con varios días por encima de los 1,500 casos diarios y un acumulado de 81,537 positivos y 791 muertes desde el 13 de marzo de 2020.
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El Grupo de Trabajo Interinstitucional (GTI) en Vigilancia de SARS-CoV-2, que trabaja en la secuenciación genómica, fue el que lo detectó.
La frontera con Brasil es uno de los puntos más preocupantes para las autoridades uruguayas desde la declaración de la emergencia sanitaria el 13 de marzo de 2020 y, de hecho, Rivera (norte) es el peor de los 19 departamentos del país, con 88,42 casos por 100,000 habitantes (según el índice de Harvard).
Los expertos tenían sospechas sobre la presencia en Uruguay de la variante brasileña, procedente de Manaos, e incluso en días pasados el propio Salinas comentó que “hay una cepa que viene mutando y que es la P1”, al tiempo que reconocía que era “un nuevo desafío” para su país.
Ante la gravedad del caso, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, ha convocado a Consejo de Ministros, en el que se estudiará la situación y se analizarán medidas de combate, teniendo en cuenta que la próxima es Semana de Turismo (o Semana Santa) y que muchos uruguayos viajan hacia las playas del este o hacia otros puntos en el interior del país.
Precisamente en esos días el mandatario se vacunará contra la COVID-19, tras reservar su cita este fin de semana en la agenda desarrollada por la cartera de Sanidad, como otras casi 200,000 personas de entre 18 y 70 años.
El 1 de marzo el MSP inició su plan de vacunación con las dosis de Pfizer y Coronavac llegadas al país suramericano, que ya han sido administradas a 336.558 personas, un 9.60 % de la población, hasta las 17.30 horas (20.30 GMT) de este lunes.