El Gobierno británico explica en su sitio de internet dedicado a la pandemia que “más de 4.000 variantes del SARS-CoV-2 (coronavirus que causa la COVID-19) han sido identificadas en todo el mundo”. Si bien los especialistas concuerdan en que solo una pequeña proporción de ese abanico es fuente de preocupación para la salud pública, el problema radica en qué tan rápido se expanda una cepa que signifique una amenaza seria.
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Es un hecho que las nuevas variantes comienzan a desplazar al coronavirus clásico. Por ejemplo, en Bélgica, a mediados de febrero, el 38% de los casos confirmados de COVID-19 habían sido producidos por la cepa británica, considerada más contagiosa. Hoy, son más del 53%. En Francia, las autoridades estiman que la variante surgida en el Reino Unido ahora representa “aproximadamente la mitad” de los contagios.
La sensación de seguridad que otorga el inicio de la campaña de vacunación en varios países ha llevado a los gobiernos a relajar los confinamientos y cuarentenas. No obstante, algunos expertos temen que las nuevas cepas del virus creen un escenario similar al del inicio de la pandemia. “Con las diferentes variantes que circulan en la región, nos enfrentamos a una serie de epidemias”, señaló Jean-Stéphane Dhersin, subdirector científico del Instituto Nacional de Ciencias Matemáticas de Francia y responsable de la plataforma de modelado MODCOV19.
Efectividad en duda
Entre las variantes más conocidas están la británica, sudafricana y brasileña. Estas comparten una mutación denominada N501Y, que podría convertirlas en más contagiosas. Pero ello no necesariamente hace que las vacunas sean inútiles. Estudios preliminares hechos por distintos laboratorios han mostrado que la efectividad se reduce ante nuevas variantes como la británica, pero no significativamente.
No obstante, las cepas sudafricana y brasileña tienen otra mutación, llamada E484K, que es la pesadilla de los científicos, pues reduciría la inmunidad que adquirieron aquellos que superaron la enfermedad o que fueron vacunados.
Dos estudios publicados por científicos de los laboratorios Pfizer/BioNTech y Moderna mostraron que la cantidad de anticuerpos protectores producidos tras la inyección de estas dos vacunas es menos importante cuando se está en presencia de la variante sudafricana (en comparación con la variante inglesa o con el virus clásico). Ello da a entender que la protección es más débil, señala la agencia de noticias AFP.
“Probablemente seguirán emergiendo variantes contra las cuales las vacunas actuales podrían ser menos eficaces”, advierte el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC). Por ello, se ha instado a los laboratorios a adaptar sus vacunas a las nuevas cepas.
Para ese trabajo, sin embargo, los países deben acelerar los programas de secuenciación genética para seguir la progresión de las variantes y detectar rápidamente la aparición de nuevas mutaciones. La OMS señala que la información genética del coronavirus debería estar secuenciada en al menos el 5% de los casos de COVID-19. Muchos países, incluidos Alemania o España, no han secuenciado ni el 0.1% de los casos.
Entre tanto, la solución más confiable para el ciudadano común es seguir manteniendo el distanciamiento social, uso de mascarillas, lavado de manos y desinfección.
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