Tras más de dos meses de cierre por el coronavirus, los parisinos pudieron regresar este martes a sus amados cafés y restaurantes, claves en la vida social en Francia.
“¡Tomar un café en una terraza, esto es París!”, resume con una sonrisa esta mujer que madrugó para poder disfrutar de un café antes de ir a trabajar. “Extrañaba mucho el sabor de un verdadero expreso”, añade, sentada en la terraza del Café de la Comédie, a dos pasos del Museo del Louvre y de la Comedia Francesa.
“Creo que la gente necesitaba recuperar cierta normalidad, aunque por su puesto hay aún una parte de temor de que la epidemia regrese”, dice cautelosa.
Todos los cafés, bares, y restaurantes del país estaban cerrados desde el 17 de marzo, cuando comenzó el confinamiento general decretado por el gobierno para frenar el brote del COVID-19, un duro golpe para la economía.
Pero gracias a una caída desde hace unas semanas del número de decesos en el país, que suma casi 29.000 muertos, el gobierno autorizó la reapertura de todos los establecimientos en Francia, pero bajo estrictas normas de precaución.
En París solo en la terraza
En París, donde el coronavirus sigue circulando más activamente que en el resto del país, se puede servir únicamente en las terrazas.
Cerca del canal Saint-Martin, Charlotte disfruta de un café en su terraza favorita acompañada de un amigo. “Nos levantamos solo para esto, lo estamos disfrutando mucho, es el café de nuestro barrio”, dice emocionada.
Más al sur, en la Butte aux Cailles, un colorido barrio con callejuelas empedradas, Barthélémy Bru termina de instalar las mesas y sillas en la terraza de su restaurante “Les Tanneurs de la Butte”, dejando un mínimo de un metro entre las mesas, como lo exigen las autoridades para reducir los riesgos de contagio.
“¡Es el gran día!”, dice, algo nervioso este joven de unos treinta años. “Esperamos que los clientes regresen. Pero con este solazo creo que vendrán”, añade, mientras los termómetros superan los 25 ºC en la capital francesa.
Admite haber pasado unos meses “duros” con el cierre de su establecimiento. “No sabemos de qué está hecho el futuro, pero creo que será un año difícil”, estima.
A unos metros, Petro Jaupi, dueño del restaurante “Auberge de la Butte” desinfecta las mesas antes de acoger a los primeros clientes. “Esperamos que el tiempo siga siendo bueno, porque todo lo que tenemos son las terrazas”, dice.
“También esperamos que los clientes tengan la suficiente confianza para volver”, agrega, con una mascarilla desechable cubriéndole la boca y la nariz.
En la avenida de los Campos Elíseos, que en tiempo normal atrae cada día a miles de turistas, apenas unas pocas terrazas reabrieron sus puertas este martes. Para muchos establecimientos no es rentable abrir únicamente las terrazas, aún más sin turistas.
Fuente: AFP