La habitual práctica de aislar a madres que acaban de dar a luz de sus bebés si se sospecha o confirma que tienen coronavirus (COVID-19) es un gran riesgo en el caso de bebés prematuros o nacidos con bajo peso, y acabar con ella puede salvar unas 125.000 vidas al año, afirma hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dos estudios relativos a esta cuestión que hoy se publican en Lancet EClinicalMedicine y en el British Medical Journal apoyan esta idea, y afirman que las vidas que pueden salvarse de esta forma superan con creces a las 2.000 que se calcula podrían perderse por niños recién nacidos que contraigan formas graves de COVID-19.
Se considera niños prematuros a los nacidos antes de 37 semanas de gestación, los de bajo peso son aquellos que llegan al mundo con menos de 2,5 kilos, y estos dos estudios coinciden que para ellos el riesgo de fallecer por estar separados de sus madres al nacer es 65 veces mayor que de contraer el coronavirus.
Esto descansa en el argumento de que el “método madre canguro”, en el que los neonatos nacidos en circunstancias difíciles pasan los primeros días en casi permanente contacto con la piel de su madre, reduce la mortalidad infantil de estos bebés en un 40%, la hipotermia en un 70% y las infecciones graves en un 65%.
Las investigaciones fueron llevadas a cabo por la OMS junto a instituciones como el University College de Lodres, la Universidad California San Francisco y el Colegio Médico Saint John de Bangalore (India).
Los estudios incluyeron sondeos a trabajadores sanitarios que en un principio consultaban todo tipo de datos sobre su labor durante la pandemia, y uno de los que más llamó la atención a los encuestadores fue la generalizada práctica de separar madres de recién nacidos en caso de contagio de COVID-19.
Dos de cada tres sanitarios consultados revelaron que ordenaban esta separación o estaban de acuerdo con ella, lo que según los autores de los estudios aumenta el riesgo de muerte en el caso de bebés prematuros o de bajo peso, especialmente en los países en desarrollo, donde se produce el mayor número de estos partos.
La experta de la OMS Ornella Lincetto, quien presentó estos datos en rueda de prensa, matizó que el mantener a recién nacidos junto a sus madres incluso en caso de contagio de COVID-19 también es aconsejable en partos “normales”, en los que el niño no ha sido prematuro ni presenta anomalías en su peso.
Los estudios también revelaron que se ha producido una reducción en los nacimientos de niños en hospitales, en ocasiones por el temor en algunos países a dar a luz en esos centros en tiempos de pandemia, y en otras porque las maternidades y su personal eran redirigidos a la respuesta contra el coronavirus.
Globalmente nacen cada año unos 15 millones de bebés prematuros y unos 21 millones con bajo peso, niños que afrontan riesgos para su salud que incluyen discapacidades, retrasos en su desarrollo o infecciones.
Cada año unos 2,5 millones de niños mueren en los primeros 28 días posteriores a su nacimiento, y un 80 por ciento de ellos presentan un peso inferior a 2,5 kilos.
Aunque el COVID-19 ha tenido escasa incidencia directa en los niños en comparación con los adultos, indirectamente ha reducido los servicios de maternidad y salud infantil, especialmente en países con débiles redes sanitarias en países pobres.
Según los expertos ello ha podido contribuir a 57.000 muertes adicionales de madres tras el parto en 2020 (anualmente fallecen casi 300.000) y 1,1 millones de fallecimientos más entre niños menores de cinco años (previamente a la pandemia eran unos 5,2 millones).
Fuente: EFE