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Río de Janeiro. [AFP]. Brasil superó el viernes las 70.000 muertes por el nuevo coronavirus, que parece en vías de estabilización aunque con un alto nivel de decesos diarios y muchos temores de que la flexibilización prematura del confinamiento en muchos estados provoque un nuevo pico.

Según el Ministerio de Salud, hubo en las últimas 24 horas 45.048 nuevos casos y 1.214 muertos, con lo cual el número de contagiados llega a 1.800.827 y el de fallecidos a 70.398.

Brasil, un país de dimensiones continentales con 212 millones de habitantes, es el segundo en número de contagiados y fallecidos, detrás de Estados Unidos.

La cifra de muertos se duplicó en 35 días (había llegado a 35.000 el 5 de junio), con elevados balances en Sao Paulo (17.442 muertos) y Río de Janeiro (11.280).

En términos relativos, hay en Brasil 335 fallecidos por millón de habitantes, un número inferior al de Estados Unidos (403,4) o al de España (607,5), hacia los que parece sin embargo acercarse dado que desde hace más de un mes es el país con mayor registro de decesos.

En algunos estados, como Río de Janeiro (653 muertos por millón de habitantes), Ceará (nordeste, 742/millón) o Amazonas (norte, 726/millón), el impacto se asemeja al de los países más golpeados.

De las últimas cinco semanas (excluyendo la actual), cuatro registraron más de 7.000 muertos, es decir más de mil por día de promedio.

Así y todo, varios estados, entre ellos Rio y Sao Paulo, pusieron en marcha una flexibilización progresiva de las medidas de confinamiento, con la apertura de bares, restaurantes y tiendas. En Río, las imágenes de bares desbordantes de clientes y del paseo del borde de playa con multitudes apiñadas sembraron la alarma.

Las medidas de confinamiento fueron criticadas desde el inicio de la pandemia por el presidente Jair Bolsonaro, por sus impactos económicos. Millones de personas perdieron sus empleos y el FMI prevé para este año una contracción de 9,1% de la principal economía latinoamericana.

El propio Bolsonaro, de 65 años, anunció el martes que había sido diagnosticado con COVID-19, aunque mantuvo su actitud desafiante ante un virus al que llegó a calificar de “gripecita”.

“Nuestras proyecciones muestran que en este escenario, el número de casos seguirá aumentando hasta octubre-noviembre, con fluctuaciones”, dijo a la AFP Domingos Alves, coordinador del Laboratorio de Inteligencia de Salud (LIS) de la Facultad de Medicina de Riberao Preto (estado de Sao Paulo).

“Será un efecto del relajamiento [del confinamiento], a contramano de las evidencias recogidas en todos los países que siguieron las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, agregó Alves.

No se trataría de una segunda onda, sino de una exacerbación de la primera”, destacó el especialista, que prevé que la barrera de los 80.000 muertos se supere “en torno al 15 o el 16 de julio”.

“La politización de la pandemia y la posición negacionista del gobierno federal ha sido uno de los grandes motivos del agravamiento” de la situación sanitaria del país, sostiene.

“Efecto bumerán”

La constancia en el número de muertos esconde una modificación de tendencias regionales, dado que en los estados más golpeados se viene dando una estabilización o una disminución de casos, en tanto que se registra un incremento en los estados del sur y el centro-oeste, mucho más preservados hasta ahora.

Por otro lado, la pandemia mostró estar bajo cierto control en grandes centros urbanos, aunque castigó con más saña localidades del interior.

Eso hace temer a Alves un “efecto bumerán” en el sistema sanitario, dado que las ciudades del interior se verán obligadas a derivar pacientes hacia las capitales, con más disponibilidad de unidades de cuidados intensivos.

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