El presidente de Colombia, , sacó los militares a las calles de las principales ciudades para controlar manifestaciones y disturbios que rechazan su reforma tributaria. Pero la decisión causa temor en un país golpeado por más de medio siglo de conflicto armado.
Acompañado por el comandante del ejército, anunció el sábado que usará la figura de “asistencia militar” para combatir “a quienes por la vía de la violencia, el vandalismo y el terrorismo pretenden amedrentar a la sociedad”.
Reporteros de la AFP constataron la presencia de soldados durante las manifestaciones que empezaron el miércoles en todo el país.
Para “la ciudadanía, esta medida fue recibida de manera negativa como una militarización”, e incluso como una “represión”, advierte Eduardo Bechara, profesor de gobierno y políticas públicas en la Universidad Externado.
Y es que tras seis décadas de un conflicto armado que persiste pese a la firma de la paz con la guerrilla FARC en 2016, los gobiernos están más acostumbrados a lidiar con la guerra en el campo que con las protestas urbanas, coinciden expertos entrevistados.
Según la Defensoría del Pueblo (Ombudsman), los disturbios y manifestaciones dejan al menos 19 muertos. El ministerio de Defensa, por su parte, contabiliza más de 800 heridos y cientos de establecimientos destruidos.
El viernes, Cali fue la primera ciudad militarizada, en medio de desmanes que se dieron a la par de protestas pacíficas.
El ministro de Defensa, Diego Molano, anunció el despliegue de 700 soldados en la capital del Valle del Cauca (suroeste) para enfrentar “organizaciones criminales” que orquestan los disturbios.