Caracas. [EFE]. Trapos blancos resaltan sobre la aglomeración de casas anaranjadas. Son vecinos que agitan esta señal de paz, mientras un líder religioso pregona aleluyas con un altavoz y se prepara la proyección de una película en las entrañas de Petare, la favela más grande de Venezuela, que estos días ha estado inmersa en tiroteos.
Con el eco de las balas aún reciente, un grupo de líderes comunitarios y religiosos organizó la exhibición de "El libro de la vida", para que los niños de la barriada José Félix Ribas, un amasijo de viviendas pobres sobre una colina del este de Caracas, pudieran ir al cine gratis, con solo asomarse desde las ventanas.
Cine sin precedentes
Jaime Pérez, de 34 años, uno de los planificadores de la actividad, cuenta a Efe que la idea de mostrar esta película sobre uno de los techos de la favela es “algo sin precedentes” en Petare, que ha registrado un mayo con numerosos enfrentamientos entre bandas y cuerpos de seguridad, sin balances oficiales y apenas información, hasta el momento.
"El cine también es capaz de transformar y de elevar las conciencias", asegura el joven, quien defiende que la delincuencia y la violencia "no son el sentir del barrio".
“Petare no es eso (...) el barrio es solidaridad y majestuosidad”, insiste, sin dejar de reconocer la “tragedia” que viven los lugareños debido a la crisis económica y en medio de la pandemia por COVID-19, que mantiene a los ciudadanos confinados en sus casas desde mediados de marzo.
"Hay hambre" y los salarios "no dan para vivir ni siquiera un día", sostiene.
Vivir con miedo
Entre las numerosas veredas de Petare, hay quienes circulan sin mascarillas, haciendo caso omiso a la indicación gubernamental. Son los mismos que contradicen la escueta información oficial sobre las balaceras según la cual algunos criminales que residen en la zona tienen vinculación con planes golpistas.
No todos se atreven a declarar frente a una cámara sobre estos asuntos, pero algunas, como Yuleidy López, comenta abiertamente su experiencia, luego de varios días de fuego cruzado.
“Da miedo hasta asomarse en las ventanas con toda esta situación, nos da miedo principalmente por nuestros hijos (...) nosotros al salir o asomarnos en la ventana de verdad que tenemos mucho temor”, dice la madre de 24 años.
Ella, que también se preocupa por el alto costo de los alimentos y la falta de gas doméstico en la zona, ve con alegría a su hija, de siete años, quien ansiosa se montó en un ventanal para no perderse ni un fotograma de "El libro de la vida".
Se trata, dice la joven, de “compartir más en familia y orar”.
Radio plegarias
Con solo un micrófono y un altavoz, los vecinos lanzaron una radio cristiana, cuya programación contempla efervescentes discursos de líderes religiosos y un par de formas de interacción con la audiencia: a través de la mensajería móvil y de gritos o señales que se emiten desde las ventanas de las chabolas (viviendas humildes).
"Cuando tú alzas tu bandera estás declarando que las tinieblas están vencidas, estás declarando que tú estás en victoria (...) aleluya", profesa, vehemente, uno de los radiopastores mientras contempla la reacción del rebaño; que desde los miradores saca paños blancos y aplaude.
La reciente creación de esta radio, que opera solo nueve horas a la semana sin dial ni página web, fue la respuesta de una iglesia evangélica de la comunidad debido al cierre de templos por la pandemia.
Por los niños
Una vez que arranca la película, el auditorio colabora con el silencio de rigor, mientras decenas de personas se quedan impávidos en escaleras, ventanas o portales. Entre ellos hay un grupo de niños que se sienten más afortunados: los que no tienen televisor en sus casas.
Melany Márquez, madre de dos, dice a Efe que esta iniciativa viene a llenar el espacio de otras actividades recreativas que se han visto paralizadas por el coronavirus, como las salidas a los parques.
Se hace “más que todo por los niños, porque ellos se asustan mucho con esas cosas (los tiroteos), por lo menos para tener sus mentes ocupadas en algo, es bueno que se lleven proyectos así”, comenta la mujer, de 40 años.
Como creyente confesa, dice que el proyecto de la radio busca darle algo en qué creer a la gente de esta localidad, en la que, denunció, pasan varios días sin agua en los grifos y hay déficit de transporte, lo que obliga a miles a caminar cientos de escalones.
Ya en la oscuridad de la noche, a mitad de película, un vecino comenta a otros: “Se escuchan tiros cerca, empezaron otra vez”. En “el libro de la vida” de Petare la violencia se empeña en ser un punto de giro recurrente.