Santiago de Chile. Unos 200 vecinos de Ñuñoa, una céntrica comuna de Santiago, se juntan en un parque para crear su cabildo, una forma espontánea de participación ciudadana que se empezó a replicar en Chile para poder canalizar las múltiples demandas sociales.
Las instancias de diálogo ciudadano se han dado en paralelo a manifestaciones a menudo violentas de descontento popular en otros sectores de la capital, que reclaman al gobierno medidas concretas de justicia social.
Sentados sobre el césped, vecinos de todas las edades forman círculos de unas 10 personas y reflexionan sobre las causas del estallido social que golpea a Chile desde hace 10 días, planteando cambios al sistema económico neoliberal que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet.
“Cabildo ciudadano”, se lee en una cartulina color sepia pegada en un árbol de una plaza del parque Pucará, de Ñuñoa, una comuna de clase media, escogida mayoritariamente para vivir por profesionales jóvenes. Bajo él, niños dibujan tirados en el césped en otro pliego de papel mientras sus padres conversan en un ambiente festivo.
Han sido “días horribles” pero al mismo “de mucha movilización y que nos da pie para hoy día hacer un cabildo, hacer un llamado vecinal”, dice Juan Carlos Gómez, de 34 años.
“Jamás pensamos que iba a ser así, son enormes las ganas de la gente de participar y de construir un nuevo Chile”, agrega Gómez.
Los vecinos de este concurrido barrio, lleno de cafés y restaurantes con terrazas, coinciden en que hay que hacer cambios a “un sistema cruel con la gente y que tiene a una élite disfrutando de todas la bondades del mundo”.
También coinciden en la necesidad de plantear la realización de una asamblea constituyente para perfilar una nueva Constitución, que reemplace la redactada en dictadura, un intento fallido durante la última administración de la socialista Michelle Bachelet, que abogó sin éxito por plantear una nueva carta fundamental.
“La gente exige participación ciudadana hoy en día, ya las decisiones no pueden ser tomadas entre cuatro paredes”, dice de su lado Camila Donoso, una líder vecinal de 25 años.
— Diálogo amplio —
Cercado por las masivas protestas que no cesan desde el 18 de octubre, las mayores desde el retorno a la democracia en 1990, el presidente Sebastián Piñera ha planteado también una instancia de diálogo social, aunque se abstuvo de llamar a estos encuentros “cabildos”, como lo hacen las organizaciones sociales.
En un mensaje este lunes tras anunciar la salida de ocho de sus 24 ministros, Piñera dijo que había pedido a su ministro de Desarrollo social, Sebastián Sichel, organizar un proceso que “surja desde la sociedad, desde las comunidades, un diálogo amplio, libre, con respeto entre todos los chilenos, un diálogo que llegue a todas las comunas y rincones de nuestro país”.
Pero analistas ven con resquemor ese proceso de diálogo oficial, en línea con la propuesta que hizo el mandatario francés Emmanuel Macron para hacer frente a la crisis social que se abrió con las demandas de los “chalecos amarillos”. En Francia, se dieron reuniones de cabildos con autoridades locales y un diálogo directo del propio presidente con autoridades y ciudadanos.
“Tendríamos que ver cómo se conectará eso con la iniciativa de diálogo social que propuso el presidente”, dijo Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
Pero mientras se organizan estos cabildos espontáneos, las protestas callejeras no ceden en Santiago y otras ciudades de Chile, como Valparaíso, donde los manifestantes han intentado llegar hasta la sede del Congreso.
Todavía tampoco aparece un liderazgo visible para canalizar las manifestaciones o un pliego concreto de peticiones.
“Todavía está la nebulosa”, dice la experta al explicar que el Ejecutivo tendría que iniciar el proceso hacia una Asamblea Constituyente, pero que esta aspiración se topa con los altos quorums que se requieren para hacer modificaciones a la carta magna, que precisamente diseñó la dictadura para evitar que fuera cambiada.
Los dos años que le restan a Piñera de mandato serían insuficientes para llevar a cabo una Asamblea Constituyente y “tal vez habría que esperar a las próximas elecciones presidenciales (2022) para empezar a pensar en una nueva Constitución”, indica la experta.
Fuente: AFP