Catherine Keane, de 31 años, tenía una vida sumamente ordenada y saludable y por eso nadie presagió que perdería la vida de un momento a otro, mientras dormía en su vivienda en Dublín, Irlanda.
Tenía como rutina ejercitarse, ir al gimnasio y realizaba caminatas a diario contabilizando hasta 10,000 pasos para mantenerse activa. En lo laboral también todo estaba en orden, trabajaba en una empresa de publicidad donde le iba muy bien, según publica el Clarín.
Por todos estos motivos es que nadie imagino que algo malo ocurría la mañana en que no bajó a desayunar. Los compañeros de casa recién a media mañana comenzaron a sospechar que quizá sentía alguna molestia, pero para no invadirla solo le enviaron un mensaje de texto. Y no hubo respuesta.
Solo entonces fueron a buscarla a su habitación y la encontraron recostada en la cama. Intentaron despertarla, pero cada intento fue inútil, estaba muerta.
¿Y cómo sucedió algo así? Más tarde, los médicos determinaron que la muerte había sido a causa del síndrome de muerte súbita del adulto (SADS, por sus siglas en inglés).
Diversas páginas médicas señalan que este tipo de muerte se produce por un paro cardiaco inesperado en personas que aparentemente gozan de buena salud y si no se recibe atención médica con prontitud el paciente fallece.
“Quizá me consuela un poco que partió mientras dormía, no sintió dolor y agradezco eso. Nunca pensé que perdería a un hijo en mi vida”, dijo la madre.
En conmemoración a un vida sana y ejemplar, la familia de Catherine tiene previsto realizar una caminata de 5 kilómetros cerca de su casa en Ratoath, el 2 de julio con miras a recaudar dinero para la organización Cardiac Risk in the Young.