Antes de viajar a Rusia, me sugirieron: “Escribe sobre el Día del Padre, cómo lo celebran los rusos...”. “Bacán, no hay problema”, respondí muy confiado. Nunca imaginé que el idioma sería el principal obstáculo. Caminé por las calles de Moscú, después de nuestro debut en el Mundial, y el destino me regaló una historia digna de perseverancia y lucha por los sueños.
Don Vicente Nunes Rodríguez venía arrastrando su maleta en la estación de trenes de Moscú -casi como ‘perdonando al viento’, como dice la canción de Piero- y decidí ayudarlo. Parecía medio perdido en la multitud. En él vi reflejados a todos los padres del Perú que ayer festejaron su día. Me sorprende saber que tiene 71 abriles y ha llegado solo a Rusia. Por los años 50 quiso pisar la tierra de Lenin, pero no tuvo oportunidad.
“Cuando tenía 19, mi sueño era viajar a la URSS. En esa época todos los muchachos comulgaban con las ideas socialistas y este país era el lugar predilecto. Yo quería ir a estudiar”, me cuenta. En su juventud, viajó a trabajar a Chile, se quedó diez años y su jefe le pidió que se nacionalizara. “‘Gracias, pero mi corazón es rojo y blanco’, le respondí”.
Ver a don Vicente me hace recordar a mi padre. Nos separan miles de kilómetros, nos une el recuerdo. “Te extraño viejo, cuida a mamá”, digo para mis adentros. Pero hablar con don Vicente me reconforta.
“Mis amigos se reían cuando les dije que viajaría solo a Rusia. No me creían. Junté mi dinero para estar aquí y nadie me quitará lo que estoy viviendo. Para mí es un Mundial histórico”, me confiesa. Él llegó a Moscú el 9 de junio y se quedará hasta el partido final.
Su plan se inició antes del repechaje con Nueva Zelanda.
“Imagínate cuánto me emocioné cuando Perú clasificó. ¡¡Iba a ver a mi selección en un Mundial!! Soy un fanático del fútbol”, dice emocionado, con los ojos húmedos y la cabeza gacha.
Es un orgulloso exalumno guadalupano y compañero de Juan José Muñante, mundialista en Argentina 78. “También soy amigo de Lucho La Fuente, Juan Carlos Oblitas, Franco Navarro, Ramón Mifflin entre otros. Soy de Tarapoto y conozco a Trauco y a su papá. Es el jugador que admiro en esta selección. Su humildad lo llevará muy pronto a un equipo de Europa. En mi tierra es considerado un ejemplo a seguir”. Nos tomamos un café. Después de una hora veo partir a don Vicente. Un abrazo sella el encuentro. No pasé el día con mi papá, pero me nutrí de la experiencia de un padre. Uno que nunca renunció a sus sueños. “Gracias por tu tiempo, espero que me hagas otra entrevista en Qatar 2022”. Y se fue sonriendo, sin caminar lerdo ni perdonando al viento.