Saransk.- Fuimos un león dormido que despertó después de 36 años, pero la presa se nos escapó. Volvimos a escuchar nuestro Himno Nacional en un Mundial después de más de tres décadas, pero la alegría no fue completa. Veo a los de Dinamarca celebrar cuando debimos haber sido nosotros. Veo a los compatriotas tristes cuando las muecas debían ser diferentes. Perdimos 1-0 en el debut de Rusia 2018 con un rival que no fue más que nosotros. Generamos muchas y no pudimos meterla, ellos solo un par y nos clavaron.
A los 45’ toda esa euforia de los miles de peruanos que llegaron a Rusia -y los millones que están en Perú- estalló por completo cuando el VAR (videoarbitraje) nos cobró un penal generado por Cueva. Él mismo tomó la responsabilidad, pero la mandó a las nubes.
No fue la única que tuvimos: André Carrillo (13’), Edison Flores (60’), Jefferson Farfán (69’ y 84’) o Paolo Guerrero (79’). El portero Kasper Schmeichel se agigantó para ahogarnos el gol.
Corrimos, metimos, generamos, pero a veces nuestra vehemencia nos llevó al desorden. A los 59’ llegó una puñalada. Fuimos lentos para marcar, Eriksen metió un pase preciso para que Poulsen resolviera. Dinamarca era efectiva, mandaba al diablo nuestras ganas y el aliento de más de 20 mil compatriotas en este estadio. Fuimos por el empate y no pudimos conseguirlo. La ansiedad se apoderó de los nuestros. La realidad golpeó nuestro sueño. Pero la fiesta continúa y hay que seguir creyendo. Hoy es un momento de pena, el jueves ante Francia, deberá ser otra historia.
(Fernando 'Vocha' Dávila)