Hace 36 años éramos unos chiquillos pensando en que teníamos un equipo imbatible y ubicábamos a nuestra selección como campeona del mundo. Hoy, adultos, venimos a cubrir un torneo con un equipo que nos invitó a soñar con algo más que un gran torneo. Por eso el canto ensordecedor en las tribunas de los compatriotas. Ilusionados hasta más no poder, inundando con su sentimiento este país tan lejano. Temblamos, lloramos, maldecimos a la suerte, como si ella no se portara bien, y nos aferramos al sueño de levantarnos. La vida no acaba por un mal rato. Así lo entiendo. Así me lo ratifican mis compatriotas. Todos se abrazan y empiezan a cantar, como para sanar la herida. Por toda esta gente que llegó a Rusia empeñando su auto, vendiendo sus cosas, ‘mochileando’ o gastando sus ahorros, es tiempo de levantarse. Por esa fe, aliento y apoyo incondicional, pedimos a los muchachos de Gareca que recompensen a los hinchas con entrega y sacrificio. Porque nos ha costado tanto volver a una Copa del Mundo y no se puede bajar los brazos por un resbalón. Hay que levantarse, jugarlo con los colores pintados en el corazón y luchar hasta quemar el último cartucho.
(Fernando 'Vocha' Dávila)
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