Los peruanos están en todas partes del mundo. Así lo compruebo a mi llegada al Aeropuerto de Varsovia-Modlin (mi tercera parada). Ya estoy en , la tierra de y del Papa Juan Pablo II. Nuestros compatriotas viajan en ‘mancha’ para hacer conexión a otro país antes de arribar a Moscú. En mi caso, llegaré a Bielorrusia. En tierras polacas me recibe mi amigo Diego, que ahora vive junto a su esposa, de ese mismo país. Tiene un año radicando aquí y me brinda su casa -en las afueras de Varsovia- para pasar la noche. ¡¡¡Qué gran alivio para mi bolsillo!!! En realidad tampoco pensaba gastar, porque el aeropuerto es un buen lugar para dormir.

Al llegar a su hogar, lo primero que pido es el baño (desde que salí de no me he duchado), me cambio de ropa y ya no me siento como zorrillo. Más relajado, Ania -esposa de Diego- me invita una comida típica polaca parecida a los ravioles, acompañada con salsa de cebolla. En la mesa también hay pan con arándano, pepino, Coca Cola, pimiento y queso. Hace tres días que salí del Perú, me faltan dos para llegar a Moscú. Ya extraño la comida. Se me antoja una causa rellena, una papita con huevo y su ocopa, unos tallarines. ¡¡Mmmmmm!! Bueno, atún sí podré comer. Antes de partir compré seis latas para el viaje. Creo que será cuando esté en los trenes rusos que me llevarán a las sedes donde jugará la selección.

Ahora solo queda seguir viajando y visitando ciudades europeas (no pensaba conocerlas tan pronto). La de Perú al lo ha hecho posible. Diego y Ania me cuentan que el Gobierno polaco es ultraconservador. Si adoptas un perro, por obligación debes esterilizarlo al año de edad.

Al día siguiente me baño otra vez (me remojo hasta saciarme, tomando precauciones) y después de desayunar, me alisto para ir al centro a conocer la zona monumental. Varsovia solo tiene dos terminales aéreos y dos líneas de metro subterráneo. También hay antiguos tranvías que han quedado de la época cuando integraban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Luego me dirijo al Aeropuerto Chopin de Varsovia. El tráfico no existe. Como en otras partes del continente, oscurece a las 9 de la noche, a pesar de que estamos en verano. En invierno es todo lo contrario. Debo subir al avión y seguir mi viaje. Me espera la ciudad de Minsk, capital de Bielorrusia. Falta poco para llegar. Ya siento el olor del Mundial.

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