Cuando leas esta nueva crónica, ya habré llegado a Moscú y estaré en tren rumbo a Saransk. Por favor, reza una oración para que llegue a tiempo al partido de Perú. La ciudad de Minsk, capital de Bielorrusia, es mi última escala antes de llegar a Rusia. Aquí me encuentro después de conocer varios lugares en Europa.
Ya no sé ni a qué hora duermo. Solo me consta que es poco. Permaneceré 15 horas aquí, pero increíblemente me encuentro con decenas de peruanos que -así como yo- vamos llegando pasito a pasito. Cuando nos pasamos la voz, pareciera que me encontrara con viejos amigos de la infancia. Saludos efusivos. Apretón de manos y fuertes abrazos. Hasta lloran de emoción. Tal vez les hago recordar a un hermano que no ven hace muchos años. Algunos me confiesan que nunca imaginaron estar en un país tan desconocido como Bielorrusia. Ni en pesadillas se les ocurrió dormir en su aeropuerto.
Armamos un grupo y salimos del terminal aéreo a conocer el centro de la ciudad. Minsk no figuraba en mi vocabulario hasta antes de hacer escala, ahora permanecerá en mi recuerdo para siempre. El primer motivo es porque hice muchos amigos en una sola tarde. El segundo, que el fútbol me ha demostrado que no es solo un deporte, también te une, es solidaridad, esperanza y confraternidad. Sin ellos, creo que hubiera descubierto la soledad eterna, la marginación total y lejos de mi familia, habría llorado. Pero estoy feliz, a pesar del largo y duro viaje.
Todos me contaron que seguirán a la selección en las sedes donde jugará. Si clasificamos a octavos, prometen permanecer en Rusia, sin importar dónde duerman, coman o caminen. Las historias de amor nunca faltan en estas travesías y una de ellas es la de Fanny Cárdenas, una compatriota que conocí en Minsk y que viene viajando varios días, desde Lima, para encontrarse con su enamorado en Moscú. No pudieron salir juntos y él se adelantó. En un arranque de sinceridad, me confiesa que el amor la hizo decidir llegar hasta acá. Han sido muchas horas de vuelo. De bajar y volver a subir al cielo. No importa si no duermo. Esto es increíble.
(Javier Cabello)