Ir en avión de Lima a Miami tres veces, ida y vuelta, demora casi 36 horas. Mi viaje de Moscú a Sochi tardará 37. Voy en tren, todo para gritar un gol de mi selección en un Salí ayer a las 4 de la tarde. Por el cambio de horario ya estoy en lunes y escribo desde un pequeño cubículo.

Mañana juega Perú a orillas del mar Negro. La última vez que marcamos en una Copa del Mundo fue en España 82, obra de Guillermo La Rosa. Sochi es catalogada como la ‘Playa de Rusia’. Allí veranearon Stalin, Lenin y ahora Putin.

Hace unos días me trasladé en tren a Ekaterimburgo y el viaje duró 26 horas. Fue un buen entrenamiento para esta nueva aventura. Podía haber viajado en avión y arribar en solo dos horas y veinte minutos, pero hacerlo por vía férrea es conocer la geografía rusa. También se puede interactuar con extranjeros o conocer historias de peruanos y sus razones de esta locura.

Este es un viaje histórico y tengo que suministrarme suficiente alimento. Recorreré mil 634 kilómetros. Antes de partir compré diez panes, dos latas de atún, cuatro sopas instantáneas, dos botellas de litro con agua, un litro de jugo de melocotón, seis barras energéticas y dos wafers. Las tres personas con las que comparto el mismo cubículo en dos literas (camarotes) son peruanos. Seremos una familia por 37 horas. Dormimos, conversamos, comemos, reímos y otra vez dormimos. Me falta un día para llegar y me distraigo mirando por la ventana el majestuoso paisaje de Rusia. La naturaleza es más hermosa lejos de la presencia del hombre. Me encuentro impaciente y ya quiero estar en el estadio Olímpico Fisht. Gritar gol en Rusia 2018 paga todo lo hecho por llegar al otro lado del mundo.

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