El 'Mundialista' de Trome se paseó por Sochi.
Sochi

En Sochi, las estaciones de trenes se han convertido en albergues para los visitantes. Es como un lugar para refugiados. Se han construido habitaciones con inodoro, lavatorio y ducha compartida.

Pasar allí una noche cuesta 10 dólares y se duerme en cama de una plaza. Muchos jóvenes peruanos se han instalado y cuentan con entusiasmo que es el lugar ideal para pasar los días. Para este último duelo, la marea peruana no es numerosa como en los partidos anteriores. En la plazuela principal, algunos ofrecen sus entradas. Es la hora de almuerzo y descubro un local donde se vende comida china. Me arriesgo a probar esa sazón y cuando me siento, cuatro paisanos me avisan que pida con confianza, pues los platos son exquisitos.

Primero se acerca un rubio, de unos 30 años, y no logra comprender nuestro primitivo inglés. Luego llega una mujer de piernas largas, vestido corto y nariz aguileña. En un español perfecto nos explica cada potaje y nos persuade en pedir pollo en trozos con un líquido algo saladito. Los compatriotas han pedido la oferta de comprar 5 botellas de cerveza y te regalan dos más.

El sol de Sochi abrasa, quema y estamos convencidos de que fue un buen Mundial de la Bicolor. Más tarde veremos a Guerrero y compañía frente a los ‘canguros’. Después a coger el bolso y partir a Perú. Una vez en Lima, todo será diferente. Este periodista contará orgulloso que cubrió una Copa del Mundo. Sin duda, es como una medalla colgada en el corazón.

(Fernando 'Vocha' Dávila)

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