Lleva la número '10' de la selección de Croacia en su espalda, en esa misma espalda carga recuerdos imborrables de una infancia dura, marcada por el horror de la guerra de los Balcanes. Luka Modric, aquel pequeño que corría en medio de los escombros de una ciudad devastada por las bombas, puede convertirse hoy en el mejor jugador del mundo en Rusia 2018.
Luka Modirc y su familia tuvieron que huir de su tierra natal cuando tenía seis años, pues un bombardeo sobre una cordillera del Velebit, cerca del mar Adriático, destruyó la casa del volante de la selección de Croacia, que buscaba su independencia en una guerra con el ejercito de la ex Yugoslavia (1991-1995). Su abuelo, también llamado Luka, murió producto de un ataque serbio.
Sin hogar y sin pertenencias Luka Modric tuvo que vivir en un hotel para refugiados, pese a las carencias nunca perdió su amor por el fútbol y su sueño de jugar un mundial con la selección de Croacia, carrera que empezó cuando fue fichado por las divisiones menores del Dínamo de Zagreb y que este domingo puede concluir con éxito en Rusia 2018.
Uno de los testigos de los inicios de Luka Modric y empleado en el hotel donde vivía su familia reveló al diario croata '24 Sata'. "rompía más ventanas con el balón que las bombas de Serbia". Luego el pequeño jugador de la melena rubia y hoy heroe de la selección de Croacia dejaría Zagreb para fichar por el Tottenham Hotspur de Inglaterra para luego ser contratado por el poderoso Real Madrid.
Luka Modric conquistó 3 Champions League con el Real Madrid. Además ha jugado tres Eurocopas y las Copas del Mundo de Alemania y Brasil, pero su consagración ha sido en Rusia 2018 donde este miércoles ha conseguido su pase a la final con la selección de Croacia despachando nada menos que a Inglaterra.