Por Marco Gonzáles

. Se animó a poner su negocio en una época difícil de nuestro país: el terrorismo y la consecuente hiperinflación, pero doña Graciela Kihien Tiza (70) nunca bajó los brazos y siguió al frente de su bodega ‘Chelita’ en el .

“Convencí a mi esposo Irlando de poner una bodega. Recuerdo que estuvimos cerca de cerrar el negocio en el gobierno de (Alan) García y lo peor vino en la época de (Alberto) Fujimori porque los precios de los productos subían y bajaban y se vendía muy poco. Fueron tiempos muy difíciles, pero aun así salimos adelante”, recuerda la dueña.

“Pienso estar en la bodega unos diez años más, si la mente aún está despierta y si Dios así lo quiere”, comenta doña Graciela, quien hace algunos años quedó viuda debido a la muerte de su esposo por un aneurisma.

REMODELACIÓN

En la actualidad, esta madre de tres hijos y abuelita de un igual número de nietos, realizó algunas mejoras en el local. Instaló nuevas góndolas y exhibidores para embutidos y lácteos. También colocó luces LED para mostrar los productos y cámaras de seguridad como medida disuasiva ante los robos.

“Todo lo que sea para mejorar está bien. Mis clientes son como mis hijos. Aquí los atendemos con cariño”, afirma.

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