POR: FRANCESCA BRAVO
MI BODEGUITA. Cuando Flor Rojas Anhuamán (53) habla de su bodega ‘Flor’ se escucha un profundo cariño y agradecimiento. Se refiere a ella como si fuese una de sus tres hijas, la mantiene arregladita y limpia.
“Mi bodega es mi vida. Así como a tu hija la quieres tener bien peinadita y cambiadita, así también la trato. Por ello, cuando llegan las fechas especiales, como Halloween o Navidad, la decoro. Siempre la estoy arreglando y manteniendo surtidita”, dice orgullosa.
Esta mamita, enfermera técnica, llegó de su natal Trujillo (La Libertad), con su esposo policía, que en ese entonces fue destacado a la capital.
Ambos llegaron a San Martín de Porres con su primera hija en brazos. Mientras su marido se iba a trabajar, doña Flor cuenta que se quedaba sola en el hogar.
“Yo quería hacer algo sin salir de casa, así que empecé a vender marcianos. Luego, fueron llegando más familias al barrio y me di cuenta de que en esa zona faltaba una bodega. Cogí 200 soles y compré algunas cositas. Ya son 25 años desde que comencé”, recuerda.
Hoy, su tienda ofrece abarrotes, verduras, frutas, carnes, pollo y hasta vende productos de bazar, perfumería y regalos.
EN CONFIANZA
Además, esta pujante comerciante se esmera en aprenderse los nombres de sus clientes para que ellos se sientan en confianza, y agrega que siempre los atiende con una sonrisa en los labios.
“Yo le debo mucho a mi bodega. Gracias a ella he podido darle educación a mis hijas, construir mi casa, ahorrar y hasta entretenerme. Incluso, por la pandemia me actualicé y me adapté al pago digital y al servicio por delivery. Todo lo mejor para mis clientes”, señala muy entusiasta esta madre coraje.b
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FOTO: BRITANIE ARROYO