Algunos espacios como gimnasios, vestuarios, probadores o incluso vehículos de transporte público que no tienen ventilación, a veces, pueden llegar a convertirse en el peor lugar en el que uno puede estar por los olores que expide el cuerpo humano.
Y aunque resulte desagradable a todos, para algunos este olor puede llegar a ser tan insoportable que lo lleva a niveles de estrés, ansiedad y un temor incontrolable, convirtiéndose en un trastorno conocido como bromidrosifobia.
Es el pánico a sentir olores corporales y sudor, propio o ajeno. Al igual que el resto de las fobias, las personas que la padecen experimentan una serie de emociones si se encuentran o imaginan un estímulo que los lleve un estado de angustia.
La palabra proviene de tres vocablos griegos: “bromos”, que puede traducirse literalmente como hedor o pestilencia, “hydros”, que hace referencia al término sudor, y “phobos”, que se entiende como una expresión referente a miedo o temor.
Para que esta fobia sea considerada como tal, debe tener un componente de miedo irracional y desmedido, con pensamientos distorsionados que tienen la necesidad de buscar evitar todo.
Si el olor corporal es inherente a cada uno ¿cómo puede ser que una persona desarrolle esta fobia? Pueden existir diversos factores que la potencien; por ejemplo, la predisposición genética que agrave los efectos de la ansiedad, unida a una vivencia traumática o con una gran carga de contenido emocional.
Temor desproporcionado. En comparación con la amenaza real que representa un estímulo fóbico, la bromidrosifobia es una sensación de miedo, pánico o aversión excesiva.
Es irracional. Quienes la padecen son incapaces de encontrar una explicación razonable y justificada a su temor.
Es incontrolable. La persona que la padece cuando la experimenta, no puede controlar sus reacciones de ansiedad y pánico.
1. Síntomas físicos. Incremento de la tasa cardíaca, aumento de la tasa respiratoria y tensión muscular, sensación de asfixia o falta de aire, dolores de cabeza y/o estomacales, aumento de sudoración, mareas y náuseas o vómitos.
2. Síntomas cognitivos. Son las que se relacionan a la falsa creencia de que al estar expuesto a malos olores corporales se desarrollará algún mal.
3. Síntomas conductuales. Las más comunes son las conductas de evitación y de escape. La primera hace referencia a todos aquellos comportamientos o actos que la persona realiza con el objetivo de evitar encontrarse con el estímulo fóbico. Y la segunda, aparece cuando el individuo no ha podido evitar hacer frente al objeto de su fobia y lo lleva a huir.
Reestructuración cognitiva. Es la que permite modificar los pensamientos distorsionados de la persona que padece bromidrosifobia.
Desensibilización sistemática. Consiste en exponer con imágenes mentales y luego en vivo, de manera gradual, a la persona que la padece con el estímulo temido.
Entrenamiento de habilidades de relajación. Mediante él, se ayudará a quien padezca esta fobia, a disminuir los niveles de angustia para que sepa afrontar sus miedos.