Si sientes que el mundo va de prisa y, a menudo, te quejas de aquello que aún no tienes en la vida, ten cuidado con tus palabras y actitudes. El pesimismo como la gratitud son conductas que los hijos aprenden de sus padres y, muchas veces, las imitan. Liliana Tuñoque, psicóloga de la Clínica Internacional explica que, frente a situaciones personales adversas o ante una sociedad con vacíos, reconocer las cosas buenas que nos rodean transmite alegría a los pequeños y les permite crecer con confianza.
“Desde el primer año de vida, nuestros hijos nos observan, por tanto, ellos tienen que ver en nosotros gestos de agradecimiento a los demás, ya sea una llamada o un abrazo fraterno a quien nos echó una mano. Este ejemplo hará que el niño aprenda más rápido el sentido de decir ‘gracias’ a las personas”, señala.
DI ‘GRACIAS’
Hasta los cinco años está bien que los padres pidan a su hijo que diga ‘gracias’ a las personas a modo de cordialidad, pero a partir de esa edad él puede aprender a ser agradecido también de otros modos:
- A través del juego. Si juega, por ejemplo, a que está en un supermercado y su amiguito es el vendedor, fíjate si le dice ‘gracias’ al final de las compras.
- Por medio de los gestos. Explícale que una palabra, un abrazo o una carta son gestos que se brindan de corazón y perduran en la memoria de quien los recibe.
- Regalándole momentos en familia. Reforzarán en tu niño el sentido de felicidad y gratitud.
SABÍAS QUE...
Los niños educados en la gratitud son más tolerantes a la frustración.