
Al igual que las personas, los perritos también pueden estresarse, y saber reconocerlo es clave para proteger su bienestar. La médico veterinaria Samantha Gallo explica que esto suele ocurrir por cambios repentinos en su rutina, como una mudanza, el reemplazo de su comida, alteraciones en los paseos, ruidos fuertes o la introducción de otro animal.
Los peludos pueden manifestar esta tensión con variaciones en el sueño, disminución del apetito, jadeo frecuente, rascado excesivo y pérdida de pelo. En cuanto al comportamiento, pueden volverse agresivos o más tímidos.
El estrés prolongado en los perros puede abrir la puerta a otras enfermedades. En los cachorros, incluso, puede ser mortal, ya que sus defensas aún no están completamente desarrolladas y son más propensos a contagiarse de parvovirus o distemper.

“El cortisol se eleva y, entre sus efectos secundarios, baja las defensas. Por eso, cuando un perrito se estresa mucho o de forma recurrente comienza a enfermar”, recalca la especialista.
La médico veterinaria recomienda que, ante un cambio importante, como la llegada de una nueva mascota o una mudanza, los dueños preparen a su perro con anticipación. “Una semana antes pueden darle medicación suave para ayudarlo a afrontar mejor la situación”, sugiere.










