
Cuando un perro está triste, su comportamiento lo delata: duerme más de lo habitual, pierde el apetito o evita jugar. Los cambios de rutina, la ausencia de un miembro de la familia o incluso el aburrimiento pueden afectar seriamente su estado emocional.
El veterinario Carlos Becerra explica que lo primero es identificar la causa del cambio de ánimo. “Si se debe a una pérdida o a un cambio en su entorno, hay que acompañarlo con cariño y paciencia. No sirve regañarlo ni forzarlo a jugar; lo mejor es brindarle seguridad y rutinas estables”, comenta.
El especialista recomienda mantener sus paseos diarios y ofrecer estímulos positivos, como juguetes nuevos o tiempo de calidad junto a su dueño. Además, Becerra señala que: “El perro percibe la energía del hogar. Si su entorno está tenso o triste, él también lo sentirá”.

Por eso, mantener un ambiente tranquilo y alegre es esencial para su bienestar emocional. También sugiere evitar dejarlo solo por largos periodos, ya que la soledad prolongada puede incrementar la ansiedad.
Finalmente, el veterinario recuerda que si la tristeza dura más de una semana es importante acudir al especialista. “Algunos síntomas pueden ocultar una enfermedad física. Nunca hay que asumir que es solo tristeza”, advierte.










