La silla de ruedas del futuro estará guiada por el pensamiento y las emociones del ser humano, que no deberá mover ni un dedo para desplazarse, según el prototipo diseñado por un grupo de especialistas rusos en robótica.
“Hemos creado un mecanismo que es capaz de leer lo que la persona piensa y adónde quiere ir, no adónde dice o adónde señala su mano, sino adónde realmente quiere ir”, explicó a la agencia Efe Gleb Urvánov, científico el Instituto de Ingeniería y Física de Moscú (MIFI).
La silla inteligente que han diseñado estos ingenieros rusos se adapta como un guante a las características del usuario, a imagen y semejanza de la que utiliza desde hace dos años el científico británico Stephen Hawking.
En el caso de este modelo motorizado, no hace falta ser un genio de la física como el autor de la teoría del Big Bang para utilizarla, pero sí requiere un período de instrucción, ya que el movimiento no depende de la fuerza de los brazos (palanca de mando electrónica o joystick), sino del cerebro.
Ni siquiera la peor de las esclerosis es un obstáculo, ya que el sistema ruso se sirve de los impulsos eléctricos nerviosos, los músculos del rostro (tics, pestañeo y otros movimientos oculares), el estado emocional y la voz humana.
Para ello, el conductor de la silla debe portar en su cabeza un interfaz interactivo con forma de casco que se pegará a la sienes con unas ventosas y que captará las señales enviadas por el cerebro, que se traducirán en movimiento.
Urvánov define el interfaz o sensor como “un dispositivo inalámbrico que es capaz de efectuar algo muy parecido a un electroencefalograma”.
“Podemos grabar la mímica del rostro, incluido la dirección que marca su mirada y no necesitaremos poner una cámara frente a sus ojos. Si mira a la derecha o a la izquierda, entonces la silla tuerce en esa dirección”, apuntó.
Los ingenieros rusos, que están dirigidos por Eugene Chepin, director del Laboratorio de Robótica del MIFI, aseguran que la silla está destinada a aquellos enfermos con mayor grado de discapacidad y una debilidad muscular muy aguda.
“La silla permitirá desplazarse a las personas incapaces de realizar movimientos de manera autónoma, aquellas que desde su nacimiento no pueden mover un solo músculo”, precisa Urvánov.
Un ordenador equipado con un software especial se encargará de decodificar en tiempo real las señales enviadas por el cerebro, elaborará una biblioteca digital de comandos y, seguidamente, activará los controles de la silla.
Las emociones también juegan un importante papel en el funcionamiento de la silla de ruedas, pero estas no son siempre positivas, por lo que el sistema incorporado puede rebelarse contra el usuario en caso de que su comando ponga en peligro su salud.
“Si la persona se encuentra en un estado de frustración y si ordena a la silla que haga algún movimiento irracional, entonces la silla no reacciona, ya que entiende que el paciente se encuentra en shock”, precisa.
El objetivo es sortear posibles obstáculos y evitar accidentes, algo no descartable, ya que hablamos de pacientes con enfermedades motoras que no pueden ni caminar, ni moverse, ni hablar, ni tragar.
Urvánov destaca que la principal diferencia de su silla con otras existentes en el mercado es que esta es universal, ya que se puede individualizar teniendo en cuenta todas las patologías neurológicas existentes, para lo que incluye varios canales o frecuencias (señales nerviosas, músculos de la cara y voz).
El equipo, que incluye un ordenador en el respaldo, se puede colocar en cualquier silla y “en apenas dos o tres días de instrucción” el paciente será capaz de manejarlo por sí mismo.
El ingeniero calcula en unos 3 mil euros (3,383 dólares) el coste de dicho equipo, cuya comercialización podría comenzar el próximo año, aunque antes deben realizarse ensayos médicos y patentar el proyecto.
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