Jesús se sacrificó en la cruz por la humanidad, pero tú también lo haces aunque no te des cuenta. Por ejemplo, al vencer tus propios gustos, intereses y comodidades para que tus se conviertan en profesionales o cuando ahorras, en vez de salir de vacaciones, para comprar algo en beneficio de los tuyos.

Estos son sacrificios, pero no deben ser entendidos como sufrimientos o castigos, sino como esfuerzos para alcanzar objetivos.

SIN QUEJAS

Para el psicoterapeuta Walter Hinojosa, quien vive el valor del sacrificio, va por un camino de constante superación, haciendo el bien en todo lugar donde se encuentre sin quejarse, porque sabe que toda acción que realice tendrá al final una justa recompensa. 

Sin embargo, hay personas que repiten una y otra vez los ‘sacrificios’ que hacen y lo poco comprendidas que son. Esta forma de ser demuestra falta de humildad y fortaleza interior.

ACCIONES SENCILLAS

También hay situaciones sencillas donde ponemos en práctica el valor del sacrificio. ¿Cuáles son? Cuando toleras las bromas pesadas de un compañero, haces cola en el supermercado para pagar la cuenta o cedes el asiento a una persona mayor.

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