Debido al aislamiento obligatorio, muchas personas están trabajando desde sus casas. Bajo ese ritmo, permanecen conectados más de ocho horas, recibiendo alertas y actualizaciones al celular o laptop, y esto puede desencadenar en lo que se llama tecnoestrés, una condición que implica riesgos físicos y psicológicos.
“La tensión lleva a somatizar nuestro cuerpo a que responda al estrés con dolor y tensión, muchas veces esas dolencias no tienen origen orgánico sino psicológico”, explica el psicólogo Luis Zapata.
Añade que cuadros de irritabilidad, dolores de cabeza y de espalda, y fatiga visual son ocasionados por el exceso de información. Esto, evidentemente, en un futuro afectará la concentración y rendimiento laboral.
Zapata aconseja seguir estas recomendaciones:
Contenido GEC