Los pacientes que tienen piedras en los riñones o cálculos renales presentan fuertes dolores en la zona baja de la espalda, y a veces es un martirio ir a miccionar, pues el tamaño puede ser de una arveja o hasta de un limón, lo que ocasiona ese gran malestar. Además, algunas personas orinan sangre y tienen fiebre. Es muy importante cuidar nuestro riñones, ya que eliminan los desechos y el exceso de líquido del cuerpo.
El nefrólogo Domingo Chang, de la Clínica Ricardo Palma, nos explica por qué se producen estos cálculos y cómo podemos tratarlos.
CÓMO SE FORMAN LOS CÁLCULOS EN LOS RIÑONES
Las piedras en el riñón, o cálculos renales, se forman cuando hay un desbalance entre las sustancias que forman los cálculos (como calcio, oxalato, fósforo, ácido úrico), las sustancias que los evitan (potasio, citratos) y la cantidad de líquido que se elimina en la orina, que es igual a la cantidad de líquido que la persona consume. Algunos de estos elementos dependen de la dieta (como el líquido, los oxalatos, el potasio) y otros son defectos propios del riñón, algunas veces heredados o familiares.
PREVENCIÓN
Aunque las medidas de prevención varían según el tipo de piedra, existen recomendaciones generales para reducir el riesgo de que se desarrollen. Por ejemplo, beber de 2.5 a 3 litros de agua al día, reducir el consumo de sal y gaseosas e incrementar la ingesta de frutas y verduras, especialmente, las cítricas.
TRATAMIENTO
En cuanto al tratamiento, depende de cada caso y puede incluir un procedimiento quirúrgico invasivo o litotricia, que es una técnica extracorpórea que demanda un corte milimétrico. Desde el punto de vista médico, muy pocas piedras pueden ser disueltas con fármacos debido a su dureza. Y los pocos que son susceptibles requieren mucho tiempo de tratamiento para alcanzar esta meta.
QUÉ COMPLICACIONES PODRÍA TENER EL PACIENTE CON CÁLCULOS RENALES
Las complicaciones más comunes de los cálculos a los riñones son sangrado a través de la orina (hematuria) y dolor, que puede ser muy intenso. Otras molestias menos frecuentes, pero potencialmente graves son la obstrucción de la vía urinaria y las infecciones del tracto urinario. Estas últimas, si no son tratadas a tiempo y adecuadamente pueden generar la falla permanente del riñón afectado.
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