‘Cuentas claras, amistades largas’, dice un viejo refrán. Pero, ¿este también se aplica en las relaciones de pareja? ¿Será necesario que él o ella sepa exactamente cuánto ganamos? Consultamos con la psicóloga de la Clínica Ricardo Palma, Mary Castro, y esta fue su respuesta.
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“Sí, es importante que ambos sepan el ingreso mensual de cada uno, porque al vivir juntos o empezar a convivir, esta información será necesaria a fin de compartir los gastos y administrar el dinero para el hogar”, indica.
Sin embargo -advierte-, dependerá del grado de confianza y comunicación que tienen como pareja, pues al ser una familia se generan gastos y ambos tienen que saber cómo disponer de esa plata.
“Cada miembro de la pareja debe explicar los gastos que tiene fuera del hogar, ya sea para pasajes, comida o medicamentos. También es importante saber si se le entrega un monto mensual a alguno de los padres, no deben ocultarse esa información porque sino tendrán problemas”, alerta.
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Castro señala que lo mejor para crecer como familia es ser sinceros, tanto en lo económico como en lo personal, y todo esto se logrará con una comunicación fluida.
Si un miembro de la pareja gana más que el otro, entonces cada uno deberá asumir los gastos de acuerdo a su ingreso y no mitad y mitad.
Empieza la convivencia y todo es ‘color de rosa’ hasta que llega el momento de realizar los quehaceres de la casa como limpiar, cocinar, lavar la ropa y más. Por ello, es importante que repartan las funciones domésticas para que no existan conflictos, pero ¿cómo hacerlo?
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La psicóloga clínica, Ibeth Luján, explica que antes que una pareja se mude junta deben tener una seudoconvivencia para saber cuáles son sus costumbres y algunos detalles que no conocen en una visita para luego empezar a llegar acuerdos.
“Recomiendo hacer una lista a mano alzada sobre todo lo que cada uno cree que se debe hacer en casa. Incluir si se riegan las plantas, sacar a la mascota, la forma de lavar la ropa, el horario de lavar los platos y todos esos detalles”, detalla.
Luego de esa lista, empieza la distribución justa y equitativa de los quehaceres de la casa. Si a alguien no le gusta lavar la ropa y al otro sí, entonces ya se sabe quién será el encargado. Y así con todas las funciones.
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“También se debe tener en cuenta los horarios de trabajo para repartir los deberes. Y es importante que estén abiertos a los cambios para que puedan ir ajustando esa distribución con el día a día”, finaliza.
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