No hay nada mejor que un baño relajante y reparador para desconectarse de una larga jornada laboral y liberar tensiones. ¡Ojo! No se trata de meterse a la ducha y salir a los minutos. Necesitas como mínimo media hora. Tal vez no lo puedas hacer todos los días, pero bastará con una o dos veces a la semana. Tu bienestar está en juego.
Para preparar tu baño relajante necesitas dos ingredientes principales: agua tibia y música suave de fondo. Para hacerlo más desestresante añade aceites aromáticos, puede ser de lavanda o romero (los vendes en los supermercados o tiendas de belleza). Aunque también puedes usar productos que tengas en casa como manzanilla fresca (u otra hierba aromática), sal o bicarbonato de sodio o aceite de bebé.
Una vez que tu baño relajante esté listo, sumérgete y no hagas nada. Cierra los ojos, pon tu mente en blanco y respira profundamente. El calor del agua y el vapor harán que tu cuerpo se relaje. Quédate así unos 15 minutos, no más tiempo porque si no la piel empezará a arrugarse. Cuando salgas te sentirás renovada y dormirás tranquila.
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