La mayor conquista de la Revolución francesa, que muchos consideran se inicia con la Toma de la Bastilla (una temible prisión), el 14 de julio de 1789, es el reconocimiento formal de los derechos y las libertades constitucionales que, con mejoras y perfeccionados, rigen a las sociedades democráticas hasta nuestros días.
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Aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, el 26 de agosto de 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es un documento fundamental que define los derechos personales y colectivos como universales (para todo ciudadano y no solo para los nobles, los ricos o los sacerdotes que antes de la caída de la monarquía de Luis XVI eran los privilegiados en la sociedad de entonces).
Bajo la influencia de la doctrina de los derechos naturales (que surgen para toda persona por el solo hecho de su nacimiento), los derechos del hombre se entienden como universales y válidos en todo momento por pertenecer a la naturaleza humana.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue el prefacio a la Constitución francesa de 1791 y su primera traducción americana completa de sus 17 artículos al castellano, en 1793, influyó en el futuro proceso independentista americano.
Las independencias de Brasil, Argentina, Perú y de la Gran Colombia (hoy Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá) fueron influidas por el mensaje de libertad, igualdad y fraternidad de la democrática Revolución Francesa. Los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar se nutrieron de los principios de la Revolución Francesa.
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Entre los derechos que reconoce están los de igualdad ante la ley, la soberanía de la Nación, la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión, que figuran en las Constituciones modernas.
Toma nota:
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es un documento precursor de los derechos humanos a nivel nacional e internacional porque recién la Convención Nacional bajo el dominio de los jacobinos de Maximiliano Robespierre, el 4 de febrero de 1794, abolió la esclavitud. Los derechos de igualdad de la mujer fueron conquistados paulatinamente en el mundo.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789
Los Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, para que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, al poder cotejarse en todo momento con la finalidad de cualquier institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, fundadas desde ahora en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la constitución y de la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en presencia del ser supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo 1º
Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales solo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo 2
La finalidad de cualquier asociación política es la protección de los derechos naturales e imprenoscriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Artículo 3
El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo ni ningún individuo pueden ejercer autoridad alguna que no emane expresamente de ella.
Artículo 4
La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a los demás. Por ello, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre tan solo tiene como límites los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites tan solo pueden ser determinados por la Ley.
Artículo 5
La Ley solo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté prohibido por la Ley puede ser impedido, y nadie puede ser obligado a hacer algo que esta no ordene.
Artículo 6
La Ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o a través de sus representantes. Debe ser la misma para todos, tanto para proteger como para sancionar. Además, puesto que todos los ciudadanos son iguales ante la Ley, todos ellos pueden presentarse y ser elegidos para cualquier dignidad, cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y aptitudes.
Artículo 7
Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, salvo en los casos determinados por la Ley y en la forma determinada por ella. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados; con todo, cualquier ciudadano que sea requerido o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato, y es culpable si opone resistencia.
Artículo 8
La ley solo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y tan solo se puede ser castigado en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.
Artículo 9
Puesto que cualquier hombre se considera inocente hasta no ser declarado culpable, si se juzga indispensable detenerlo, cualquier rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.
Artículo 10
Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, siempre y cuando su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley.
Artículo 11
La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más valiosos del hombre; por consiguiente, cualquier ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.
Artículo 12
La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública; por ello, esta fuerza es instituida en beneficio de todos y no para el provecho particular de aquellos a quienes se encomienda.
Artículo 13
Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, resulta indispensable una contribución común, la cual debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, de acuerdo con sus capacidades.
Artículo 14
Todos los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.
Artículo 15
La Sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a cualquier agente público.
Artículo 16
Una sociedad en la que no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de constitución.
Artículo 17
Por ser la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y con la condición de que haya una justa y previa indemnización.
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