En determinado momento una persona llega a su zona de confort y no está mal quedarse ahí por un tiempo limitado, pero hay que entender que si no asumimos nuevos retos nuestro desarrollo personal se estancará y eso nos generará angustia, decepción y baja autoestima, entre otros problemas emocionales.
“Salir de la zona de confort impulsa el aprendizaje y la adaptación. Cuando enfrentamos nuevas experiencias, el cerebro se activa y se adapta, fortaleciendo habilidades. Este proceso no solo enriquece nuestro conocimiento, sino que también mejora nuestra resiliencia, preparándonos para manejar situaciones imprevistas con mayor eficacia”, señala Manuel Saravia, psicólogo y psicoterapeuta del Instituto Guestalt de Lima.
Además, enfrentar retos fuera de nuestra rutina habitual incrementa la confianza en uno mismo. Superar miedos y obstáculos proporciona una sensación de logro y empoderamiento. Cada vez que logramos algo nuevo, por pequeño que sea, nuestra autopercepción mejora, alentándonos a asumir desafíos aún mayores.
La inspiración y la generación de nuevas ideas —afirma el especialista— no surgen si estamos encerrados todo el tiempo en el mismo espacio físico y rutina. Descubrir otros mundos y conectar con nuevas personas nos enseña a tener una perspectiva diferente y estimula la imaginación y la capacidad de inventar o crear.
DATITO
La próxima vez que tengas la oportunidad de hacer algo nuevo y desafiante, no lo dudes. Sal de tu zona de confort y descubre de lo que eres capaz. No pongas excusas.
TE VA A INTERESAR:
¿Cómo ayuda el hábito de leer a mantener activos a los adultos mayores?
Yo sí me vacuno: Más de veinte artista se unen para incentivar la vacunación
Niños felices serán adultos saludables: ¿Qué hacer para lograrlo?