Soledad elegida. Foto: composición/Istock
Soledad elegida. Foto: composición/Istock

Estar sola no siempre es estar en soledad. Hay una soledad que lastima, pero también hay una que sana. La soledad elegida es un espacio de reencuentro: contigo, con tu voz, con tus silencios.

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En una cultura que premia lo ruidoso, aprender a estar a solas puede parecer extraño, pero es esencial.

Es en la pausa donde aparece la claridad. En el silencio, la intuición. Estar sola no significa estar incompleta, significa estar contigo.

Cuando aprendemos a acompañarnos, dejamos de buscar desesperadamente compañía. Y desde ese lugar, los vínculos se vuelven elección, no necesidad.

Una mujer duerme sola en su cama
Una mujer duerme sola en su cama

La soledad elegida es una forma de amor propio, una declaración de independencia emocional. Y, a veces, el inicio de la paz. Darse ese espacio no es aislarse, es honrar lo que somos sin ruido externo, con la certeza de que también en el silencio florece la vida. La soledad elegida puede ser una herramienta poderosa para el crecimiento personal y el bienestar.

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