
A veces es difícil determinar qué es lo que nos está causando estrés. Con frecuencia el principal culpable es el desorden que tenemos en el hogar, pues estudios revelan que existe una conexión directa entre el desorden y la paz mental. Parece poco, pero Isabel Toyos, en su libro ‘ORDENarte’, detalla las consecuencias negativas de vivir en medio del caos.
Por ejemplo, “cuando vamos de visita a la casa de un amigo que tiene los pisos relucientes y la cocina inmaculada, es imposible no sentirnos culpables por nuestro desorden. También, cuando recibimos invitados nos podemos sentir avergonzados por el desbarajuste que hay en nuestra casa”.
Una vivienda desorganizada trae un exceso de estímulos. A donde quieras que mires hay que limpiar y ordenar. Nuestra mente no tiene descanso, y estar en casa ya no es sinónimo de relajación. Deberíamos llegar y pasar un rato con los hijos, pero, en cambio, nos la pasamos intentando ordenar o buscando cosas perdidas.

La desorganización termina generando estrés porque, además, olvidamos pagar nuestras facturas, asistir a reuniones de trabajo, y los horarios de las actividades de los chicos. Buscar cosas y no encontrarlas es frustrante, y descubrir que en medio del desorden hay objetos dañados y que nuestra casa también presenta deterioro es aún peor.
Por eso, además de estrés y ansiedad, el desorden puede costarte dinero. Cada vez que sales a comer para no lidiar con el alboroto en tu cocina, cuando compras cosas que sabes que ya tienes, y cuando debes pagar por reparaciones, estás perdiendo plata.










